Falta De Memoria [PAUSADA Y REESCRIBIENDO]

Capitulo siete

Segundo del maratón. 

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Narra Amanda

-Vamos párate chiquilla -me grita y me da un golpe en las costillas como si fuera un saco de box. - ¿no que muy fuerte? Maldita, odio el sarcasmo.

-¿Qué buscas esta vez Demetria?-le dijo reprimiendo el impulso de escupirle en esa cara estúpida.

-Lo mismo que la vez pasada imbécil -dice como si fuera lo más obvio del mundo- ¿Cómo dieron con mi cartel? ¿Qué querían lograr? El gobierno nos apoya porque nosotros los callamos. Vaya, ni siquiera sé cómo permitieron que esto llegara a tanto.

-Como sea ¿A qué no salió como esperabas? -le dijo y aunque acabó de recibí un golpe en el estómago me rió muy fuerte.

-¡Cállate imbécil! Y revisó tres patadas; uno en el costado derecho a la altura de la cadera, otro en el lado izquierdo de la cabeza ¿Cómo le hace para subir tanto la pierna? y uno más en la espalda lo cual hace que se me salga completó el aire y hace que caiga al suelo tal cual saco de box.

Y empieza otra vez el interrogatorio de mala forma. Eh pasado ya tres veces por esto, la primera con el mismo chico que llegó justo cuando nos íbamos del bar y las otras dos con esta bestia. Siempre el mismo procedimiento; primero hablan y utilizan un poco la fuerza, después utilizan la fuerza pero siguen hablando de vez en vez y por ultimó arremeten con toda la fuerza bruta que tienen utilizando métodos de tortura y sanguinarios y así es como termine con una caja de toques con niveles agresivos y paños mojados, en una silla eléctrica que bien no te mata pero te desmaya y colgada de cabeza con manos y pies atados, primero y luego solo colgada como cerdo muerto. Si bien lo pienso no son tan sanguinarios.

-Última oportunidad niña estúpida -me dice mientras me da un golpe en la parte trasera de mi cabeza y me toma del cabello.- Dime lo que quiero y te dejaré saber que fue de tus queridos amigos.

-Ba...basta. No sé nada que pueda servirte. Te hubieras quedado con Cristian ¿De qué te sirvo yo?

-Eres más útil de lo que piensas. -me dice y me toma de la cara para estrellarme con su rodilla dejándome desorientada.

-¡Andrés! ¡Andrés! ¡Ven y ayúdame con esto!

-No tan útil si me matas. Y es lo último que dijo antes de que se me nuble la vista y se me cierren los ojos y oídos.