Capítulo 14

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Ha pasado casi una semana desde que me entere de mi embarazo. Logre convencer a Connie y a Carlos que me dejen trabajar por las tardes para ganar un poco de dinero, con mi insistencia terminaron accediendo aunque les disgusta un poco que lo haga.

Me encuentro trabajando en la cafetería del centro, en la cual trabaja la mejor amiga de mi padre, es por eso que conseguí el puesto de mesera rápidamente. La mayoría del tiempo siempre esta atestada de personas pidiendo la especialidad de la casa o los famosos pancakes que cocina Erick, el esposo de la amiga de mi padre.

Afortunadamente Alex me ha dejado en paz estos últimos días, tal vez ya se aburrió de molestarme o simplemente huyó del bebé dejándome completamente con la responsabilidad y agradezco al cielo que lo haya apartado de mi lado, ya que es un gran peligro toparme con ese hombre, me he dado cuenta que es capaz de cualquier cosa.

— ¡Amber! Cliente en la mesa tres. — Dijo Celia desde la caja registradora sacándome de mis pensamientos.

Me acerque hasta la mesa tres en la cual se encontraba la rubia de Maya y Mónica, su mejor amiga de la universidad, conversando animadamente.

— Buenas tardes, ¿Puedo tomar su orden? —Dije mientras esperaba a que hablaran para anotar la orden sobre la pequeña libreta.

— ¿Miren a quien tenemos aquí?, ¿Trabajando para darle buena vida al mocoso? — Preguntó riendo al igual que Mónica.

— ¿Puedo tomar su orden? — Evadí su estúpida pregunta volviendo a preguntar su orden. — Hay personas que si quieren ordenar y no estar molestando.

— ¡Que amargada! — Dijo y echo una carcajada. — Van a hacer dos capuchinos con doble ración de azúcar. — Ordenó cruzándose de brazos.

— ¿Algo más? — Pregunte en seco.

— Sí. — Hablo Maya con su estúpida sonrisa hipócrita. — Cuando los prepares, por favor lávate las manos. No me quiero enfermar del estómago. — Rió de nuevo.

Negué con la cabeza quedándome en silencio por unos cuantos segundos. No tenía ganas de discutir y menos armar un alboroto en la cafetería de los mejores amigos de mi padre, así que me aleje de sus desagradables presencias dirigiéndome hasta la cocina donde se encontraba Erick horneando una charola de pancakes.

— Hola— Dijo él limpiando la capa de sudor con una manta. — ¿Demasiado trabajo?

— Si, las personas aman su cafetería. — Contesté. — Y la verdad es que yo también lo hago, me brinda tranquilidad y siento que estoy con mis padres cuando el olor del café inunda mis fosas nasales, ellos adoraban como ustedes los preparaban. — Suspire controlando mis sentimientos.

— Es mejor que vayas a descansar Amber, no debe de tardar Rocío. Anda ve, luces agotada — Dijo posando la vista sobre los pancakes que se encontraban recién horneados.

Asentí guardando mi mandil en el pequeño locker que me prestaron mientras ofrecía mis servicios en la cafetería, tome mi bolso y después solté mi cabello de la apretada coleta que llevaba hace unos segundos, dejando descansar mi cuero cabelludo.

Le mande un mensaje a Carlos que ya me había desocupado. Es inútil que él tenga que venir por mi como si fuera una nena de cuatro años que no pueda cuidarse por sí sola, pero el me dejo trabajar con esta única condición, que vendría por mi todos los días sea lo hora que sea.

Salí del lugar despidiéndome de Celia y evitando las frías miradas de Maya y Mónica.

Me encontraba esperando a Carlos recargada sobre la fina pared color marrón observando los automóviles que recorrían frente a mi vista, después de diez minutos llego en su auto aparcándose frente a mí.

Alerta AmberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora