Golpe

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Estaba sorprendida, no sabía cómo sentirme. Sentía alegría, al no estar sola pero a la vez miedo, pues Haru me iba hacer sentirme sola de todas formas.

Estábamos en los primeros de Octubre. Había pasado tres semanas con él, hablaba sola claro, pero no quería rendirme. En el receso me sentaba con él, jamás lo veía comer, comencé a hacer teorías, era muy delgado y blanco, tenía algún desorden alimenticio o tal vez tenía alguna deformidad en la boca. No lo sé, pero mudo no era, de eso estaba segura. Los "chicos malos" nos comenzaron a molestar a los dos. Estoy en contra de la violencia pero me gustaría que Haru les rompiera la boca, a mí ya se me acababan las respuestas inteligentes.

Debo de admitir que me canse. Me canse de sentirme sola e ignorada, hasta que explote.

—¿Ya sabes que experimento vamos a hacer?... Ni yo -me conteste sola como siempre- pero debemos comenzar, tiene que ser algo muy impresionante...
—¿que tenemos aquí?, el señor y la señora Chang -llegaron los bullys-
—hoy no estoy de humor Alexander, váyanse
—¡uy! La princesita de China no esta de humor, si yo tuviera un marido como él también estaría de mal humor -levantó el dedo meñique y los otros tres rieron-
—claro, lo qué tú quieres es uno más grande, ¿no? -sus amigos se rieron de él-
—prefiero uno más grande que a él -rieron aún más-
—si no tienes nada inteligente que decir vete, solo te pones en ridículo
—yo te pondré en ridículo
—uy que miedo -dije sarcástica y se fueron- ya no los aguanto -tomé un poco de agua- entonces Haru... -nada- sabes no quiero presionarte, te he dado tú tiempo para que hables, hemos pasado tres semanas juntos, y en serio necesito que me hables, me haces sentir ignorada... -nada- ¿sabes qué? -recogí mi almuerzo- yo lo haré sola, tú puedes quedarte aquí y dejar que esos idiotas te molesten, ya me harte ¡me cansé! -grite, me miró sorprendido- vaya al menos sé que sí escuchas bien y que sólo me ignoras... -me calme un poco- quiero saber por qué no me hablas, por qué no le hablas a nadie, ¿te sientes fuera de lugar?, ¿te caímos mal?, sea cuál sea la razón dimela, te voy a ayudar, no te voy a juzgar, te dejaré en paz, pero solo dilo -me gire para caminar pero una voz me detuvo-
—espera -se escuchó casí cómo un susurro, una voz masculina pero dulce-
—¿que? -lo mire con la boca abierta-
—quédate, por favor... Lo siento- se puso de pie e hizo una reverencia, me senté algo apenada, pero felíz, por fin me hablo-
—em... Perdón por gritar -asintió- ¿por qué no me hablabas? No te agrado?
—sí -aún con el cubreboca se entendía perfecto-
—¿entiendes todo lo que Alexánder y los demás te dicen? -bajó la mirada, me sentí mal por él
—ellos... Ellos piensan que... -pensé que diría sobre los comentarios racistas a su miembro- que soy Chino -sentí alivio-
—sí -sonreí- pero son unos estúpidos -él río y me sonroje un poco-
kawaii -me sonroje aún más-
—¿gracias?
—¿sabes lo que és?
—sí, veo mucho anime -noté como sonrió bajo del cubreboca-
—¿por qué usas eso? -bajo la mirada apenado, jugaba con sus dedos-
shinrai 
—¿que significa eso? -no dijo nada y se fue-.

No volví a preguntar sobre nada, se notaba incómodo cuándo intentaba saber algo sobre él.
En público no hablaba, pero a solas sí me contestaba, no me decía mucho pero eso era suficiente. Le hablaba de mí cultura y me enseñaba algunas palabras en japonés. Eso era todo.
Alexánder cada vez era más molesto. Toda atracción que sentía hacía él se esfumó. Es el típico guapo del salón, capitán de fútbol y un maní como cerebro. Rubio, atlético y ojos azules. Pero eso no le quitaba lo patán.

Caminábamos por la cancha, estaban jugando fútbol, iba tan entretenida con el chico Asiático que no ví la pelota que iba directo a mi rostro.
—¡Atrapala señora Chang!-gritó Alex. Haru la detuvo, estiró la mano enfrente de mi rostro y tomo la pelota. Todos se quedaron callados y miraban sorprendidos.
—dame la pelota Chino -se acercó el rubio. Miré a Haruka, había aprendido a leer sus emcoiones a través de sus ojos, estába molesto- dije, da-me-la -quedo demasiado cerca del Japonés- ¿no entiendes?... -Haru se hizo hacía atrás, agarro la pelota con ambas manos, agarro vuelo y la pateó, la pelota salió volando y cayó justo en el centro de la portería, marcando un gol de más de media cancha. Todos aplaudieron sorprendidos, y después dijo algo en Japonés, no se escuchaba nada agradable, el rubio sonrió y lo golpeó tan fuerte que cayó al suelo-
—¡Haru! -lo ayude a levantarse, se puso en frente de Alexander y apretaba los puños-
—golpeame Chino, hazlo -pero no lo hizo- es mí escuela, regresa a China y déjanos en paz, rarito -se acercó a el Japonés y le dio un beso arriba del cubreboca, después se fue riendo, todos reían, Haru salió corriendo, yo detrás de él-.

—¡Haru! -logré alcanzarlo, había salido del colegio, al parecer no sabía a donde ir, así que dejó de correr- vaya... Si que vuelas -dije sin aliento-
—déjame solo -me puse frente a él, tenia el cubreboca lleno de sangre-
—vamos a mi casa...

Estaba sola, mis padres trabajaban hasta tarde, era hija única, así que no había problema. Lo senté en mi cama, agarre la silla movible del computador y me senté frente de él. Estaba sangrando mucho, su playera blanca estaba manchada.

—Es mejor que te quites la playera, yo puedo lavarla -pensé que no lo haría, pero se la quitó, no era tan delgado como parecía, tenía músculos, no tan desarrollados pero muy marcados. Casí me da un derrame nasal- em... Tengo que curarte... -me acerque lentamente a él, puse mis manos en los costados de su cabeza, y lentamente quite el cubreboca. 






El Chico AsiáticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora