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–¡Emma!, ¿pero que te paso?– me pare en seco al oír la vos de mi madre.

–Nada, mama, solo un pequeño accidente– subí casi corriendo las escaleras, ignorando los gritos de mi madre.

Al llegar a mi habitación, tire la mochila en una esquina y me dirigí al baño para lavar mi cabello repleto de miel y brillantina.

Al terminar, escuchaba pequeños golpes en mi ventana. Al dirigirme a ella me encontré con Jacob, se encontraba en mi patio delantero.

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