Hey, Brave

(41)

Jacob

Marcus y yo entramos al centro comercial esquivando a las personas que te golpeaban para poder salir, odio estas épocas navideñas.

–Creo que deberías darme la mano, amigo – fruncí el ceño ante las palabras de Marcus.

–Serás idiota, no te daría la mano aunque estuviera apuntó de caer a un pozo y fueras la única persona para salvarme – soltó una sonora carcajada y me dio un golpecito en el hombro.

–Tienes suerte de tenerme, Jacob, soy único en el mundo.

–¿Sabes que?, mejor vamos a la heladería antes de que me vuelva a mi casa.

Marcus negó con la cabeza y empezó a caminar conmigo por detrás. No sabía dónde quedaba la heladería, porque jamás había ido, así que solo lo seguiré.

Pasamos por bastantes tiendas antes de llegar. Yo ojeaba una por una para ver si Emma no se encontraba ahí. Lo último que quiero es que me vea por aquí y se ponga peor por mi culpa.
Yo no quería que le hicieran eso, no quería ser parte de eso, pero Kim me obligó, ella me manipuló para hacerlo.

Marcus entro a un local, que supongo que es la heladería, seguido de mi, pero cuando levante mi cabeza, casi puedo decir que me dio un paro al corazón.

Ella estaba ahí, hablando con alguien que se encontraba en la fila. Juro que en el momento que ella se dio cuenta de que estaba ahí, mi alma salió de mi cuerpo.
Quise avanzar hasta ella, pero mis piernas no respondían, me quedé paralizado en el lugar.

Una chica de cabello rizado llego a su lado con dos conos de helado y una sonrisa, pero al ver que su amiga no respondía a lo que ella decía, se dio la vuelta en mi dirección y abrió los ojos como si de un fantasma se tratase.
Pude ver cómo los ojos de Emma se volvieron cristalinos, estaba por llorar, y era de nuevo por mi. Cuando di un paso hacia ella, salió de la heladería pasando por mi lado. Olía a vainilla, amo la vainilla.

Tuve unos 5 segundo de sabiduría antes de ir tras ella, pero era demasiado tarde, ella se había perdido entre la multitud del centro comercial.