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Jacob

Joder, fui un imbécil con ella, debí haberla ayudado y no quedarme como un tonto mirando como humillaban a Emma.

Estaba tan enojado, que al llegar a mi casa, empece a tirar todas las cosas de mi habitación. Emma es todo para mi, desde el primer momento en que la vi, lo fue.

***

Estaba muy nervioso, era mi primer día de clases y no tenía idea de que podía pasar.
Los chicos empezaron a llegar al salón, entonces mi padre soltó mi mano y se puso de pie, pero la volví a tomar.

–No te vayas, papi, tengo miedo– tire de el para que se vuelva a sentar junto a mi.

–No tienes porque tener miedo, campeón, yo se que te irá genial, ¿sabes porque? – yo negué con la cabeza– porque eres el niño mas valiente que conozco, lograras hacer amigos en un abrir y cerrar de ojos.– miré a mi padre, tenía mucha confianza en lo que decía, podía notarlo en sus ojos, entonces tomé mi pequeña mochila y me puse de pie.

–Eso creo, papi, gracias– me despedí de el con un beso en el cachete y me adentre al salón, no sin antes despedirme una vez mas de mi padre.

Todo los chicos jugaban y corrían por todos lados, era como una especie de parque de diversiones, pero más pequeño.
Mis ojos se posaron en una niña, sentada en una silla cerca de la ventana, escribiendo algo en su libro.
Era tan bonita, que me quede mirándola por un rato, me acerque a ella, y levanto la vista.

–Hola– solo me miraba– soy Jacob, ¿y tu?– me senté a su lado y se sonrojó mirando de nuevo a su libro.

–Soy Emma– dijo algo nerviosa, se veía bonita de esa forma, lo que me hizo sonreír, entonces supe, que esa chica, jamás saldría de mi cabeza.

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