Mis sueños se han quedado estancados por un momento...
Apenas quedan esperanzas de seguir fluyendo, rozando el límite, a punto de perderse. Gracias a que estoy rodeado de libros, vuelven a inquietarme.
La mentira más grande que he leído en estas paredes de concreto solido es; que mientras tengas éxito y te esfuerces, podrás seguir soñando. Mis noches no de dejan de ser oscuras a pesar de no estar solo. Cuando camino de noche por estos pasillos tan solitarios, aquellos que han presenciado calumnias en las horas menos esperadas, tanto de jefes como empleados, pasillos largos con cámaras de seguridad que en ciertas áreas solo sirven de señales de advertencia, siento que soy útil, por un momento me concentro en el dolor de mis piernas, el cansancio que me propicia un poco de dinero y el alivio al salir de aquella horrida sala de trabajo, cuando sientes ese respiro de libertad, después de estar de acuerdo a ser esclavo de la vida humana, es porque haces lo correcto para aquellos, que desde su cabeza hasta sus callos, creen entender la vida. Pero no tienes salida cuando toda tú joven vida la acostumbran a falacias y prejuicios. Me observo en el espejo del baño, mojo mi rostro para mantenerme despierto, o para lavar los gestos sutiles y amigables, que se van ocultando tras la mugre, cuando me piden una opinión sobre los temas que manejan. Lo peor de todo es que tus jefes inmediatos solo se encargan de hablar mal de todos los aspectos de la empresa, muestran su odio por todos esos años que llevan laborando aquí, de la manera más contradictoria para su necesidad, creen que el favor lo hacen ellos al seguir trabajando. Ni siquiera puedes entrar al juego de lo competitivo, cuando el que es considerado para ser el próximo líder del área es un niño que no sabe ni de modestia ni de qué trata la empresa, no resalta ante los demás, la única diferencia es que lleva más tiempo ahí encerrado.
Tenían razón, es difícil subsistir bajo la leyes de un sistema tan desequilibrado.