Capítulo 4: Milagro y Perdón

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Podía sentir las puteadas de Mello atrás suyo, sabía que estaba en problemas, pero ahora había algo más importante: Había puesto la ciudad en peligro y era su deber arreglar el desastre.

Fue rápido por calles poco transitadas, tenía buenos reflejos por jugar a tantos videojuegos, por lo que ágilmente llegó al laboratorio de L.

-¿¡Qué mierdaaa!? -Gritó al ver a los bomberos apagar un incendio en aquel edificio- ¡Matsuda idiota! - Pasó la cinta de seguridad que unos policías habían puesto y fue hacia donde se encontraban los evacuados- ¿Qué pasó? - le habló a dos personas que estaban en camillas recostados, y bañados en chocolate- ¡Oh, por Dios!

-Señor usted no puede estar aquí -le dijo una enfermera un tanto agresiva.

-Usted no entiende, ¡ese era mi chocolate!.

-Lo siento señor, el chocolate se quemó.

-¿No hay forma de solucionarlo? - Se podían ver las lágrimas brotarle de los ojos.

-Lo siento, va a tener que conseguirse otro.

-No... No puede ser... ¡NOOOOO! - Se tendió sobre la camilla y comenzó a llorar desconsolado, la enfermera se llevó el cuerpo chocolatoso y tras él se paró alguien a palmearle el hombro.

-Tranquilo, ya encontrarás un reemplazo.

-¿Watari? -se volteó lloroso y abrazó al anciano- Pero dudo que sea tan bueno como ese...

-Ya mi niño... No llore - Le dio más palmaditas en la espalda.

-Matt... -Se acercó ahora Matsuda, salpicado de chocolate y con una manta en los hombros- Lamento tu pérdida...

-Vos... ¡Es todo tu culpa! ¡Maldito lisiado! -Se tiró sobre el muchacho, dándole un puñetazo en el rostro.

Luego de darle una paliza los compañeros policías de Matsuda lograron apartar a Matt. No pasó mucho tiempo que Watari consiguió que L le prestara otro laboratorio, así el colorado pudiera trabajar, además de traerle kilos y kilos de chocolate importado de México.

Matt no volvió al departamento esa noche, se la pasó trabajando duro en aquella máquina. Dormía de a ratos, Watari le dejó hecho mucho café para que pudiese resistir hasta el amanecer, y así poder cumplir su sueño: Ser amado por Mello.

Al día siguiente era el aniversario de mejores amigos con derechos, Matt destruido por la noche tan agitada, decidió ir a casa, con la cola entre las patas, un ramo de flores y una bolsa decorada con un moño enorme.


-Que no me mate, que no me mate... - Tenía tanto miedo que no se animó a entrar, por lo que simplemente tocó el timbre.

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Lo primero que pensó Mello al despertarse fue que todo había sido un sueño. Near de cajero en el supermercado, Matt engañándolo para llevarse su moto, y aquel hado-madrina con cara de Kira que curiosamente había vuelto a aparecer la noche anterior.

-Necesito que me den mis putas alas doradas de una vez, ¿entendés? Por eso he vuelto. -Le había dicho con cara de pocos amigos luego de haberse comido la mitad de la pizza que habían encargado.

El rubio, por su parte ya no quería saber nada sobre el tema, pero el hado le tiró unos polvos mágicos (? y juntos, se pasaron un buen rato preparando la torta para Matt, que finalmente quedó espectacular. Tenía tres pisos y una cubierta fondant de rayas negras y blancas, y la parte superior estaba decorada con unos dibujos al estilo gamer, con un Joystick, un Pac-man, un Sonic y hasta un marcianito del Space invaders.

Cuando al fin terminaron, la criatura recibió sus alas nuevas y le dio un chocolate a Mello que al parecer tenía alguna clase de somnífero porque luego de eso no recordaba nada más.

-"¿Por qué todos me drogan con chocolate?" - Pensó, indignado luego de recorrer la casa y no encontrar al pelirrojo.

La cabeza le dolía terriblemente, por lo que decidió tomarse una aspirina antes de tirarse en el sillón y prender la tele. Hizo zapping unos minutos, hasta que dio con un canal de noticias donde retransmitían las imágenes de una explosión en un lugar que reconoció como uno de los laboratorios de L. Por lo visto había sido grave y el reportero anunciaba el número de los evacuados que eran llevados al hospital cubiertos con chocolate, mientras unos chicos detrás de él hacían gestos obscenos hacia la cámara.

-Matt... -Masculló preocupado al recordar el estruendo y cómo el pelirrojo había salido corriendo después de eso. No lo dudó un instante y se puso su abrigo. Le daba igual si no tenía el auto ni la moto, se iría corriendo.

Se estaba poniendo los borcegos cuando sonó el timbre. Se asomó por la mirilla de la puerta y vio a su "amigo" del otro lado.

- ¡Matt! - Exclamó emocionado antes de abrir y abalanzarse sobre él para abrazarlo, casi tirándolo al piso. - ¿Estás bien? ¿Qué pasó? -Odiaba demostrar sus verdaderos sentimientos, pero es que de verdad se había preocupado.

Matt tiró la bolsa con el moño y las flores para abrazar a Mello, totalmente sorprendido del recibimiento.

-¡Mello! Sí, estoy perfecto... Solo algo cansado -Apretó fuerte al rubio, sabía que Mello no era de abrazar casi nunca- Resulta que Matsuda hizo explotar el laboratorio de L, y yo estaba metido en un experimento secreto ahí mismo... Se arruinó todo y tuve que quedarme toda la noche para arreglar el desastre -No quería mentir, en parte lo que le contaba era cierto. A continuación se apartó de Mello y levantó los regalos para el rubio -Perdón por preocuparte... Ten - Extendió sus brazos para dárselos- Feliz aniversario de mejores amigos con... derechos -se sonrojó un tanto y esperó que su "amigo" aceptara todo aquello.

La historia de Matt sonaba muy loca, pero no tanto como lo que el rubio había vivido el día anterior, por lo que decidió creerle y no soltarle un discurso de cómo debía comportarse correctamente un perro. Además el pelirrojo no se había olvidado de él ni del aniversario y hasta le había llevado regalos, en un gesto que le parecía de lo más tierno, aunque jamás lo admitiría.

-G-gracias. -Dijo recibiendo los regalos. Abrió la bolsa y sacó lo que contenía con curiosidad. -Uhm... ¿un paraguas? - Preguntó. - Pero si hace semanas que no llueve, Matt.

-Pero ahora va a llover -Le contestó nervioso, abrió el paraguas y se puso debajo, junto con Mello. Sacó un control remoto de su bolsillo y apretó un gran botón rojo, rezando porque no explotase nada. - Justo ahora...-Señaló al cielo y en un parpadeo este se llenó de nubes marmoladas, blancas y marrones, y fue ahí cuando empezó a llover marrón: ESTABA LLOVIENDO CHOCOLATE.

Mello no creía lo que estaba viendo. ¡Llovía chocolate! Miles y miles de gotas marrones con aroma a cacao caían del cielo y chocaban contra el paraguas que Matt sostenía sobre ellos.

-Es chocolate... -Sonrío tierno extendiendo su mano fuera- Es por esto que estuve raro, perdón si te hice enojar, es que era sorpresa -Soltó una risa y abrazó bruscamente al rubio- ¿¡Te gusta!?.

Era justo como los sueños que Mello tenía de niño. Sin duda, ese era el mejor regalo que había recibido y que seguro recibiría en su vida. No pudo evitar reír, y le daba igual si nunca lo hacía. Se sentía muy feliz, y cuando el pelirrojo lo abrazó y le hizo aquella pregunta, no lo pensó dos veces y unió sus labios con los de él en un dulce beso.

-Fin del capítulo 4-

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Nota de las Autoras:


Atenti al lupo, próximamente más iaoi <3 ;D

El Chocoapocalipsis versión nosotrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora