La leyenda de que bajo las calles de Nueva York existen cocodrilos gigantes albinos. De esta leyenda existen muchas variantes pero la original empezó de la creencia de que muchos neoyorquinos viajaban a Florida y compraban pequeños caimanes que luego llevaban a Nueva York. Estos caimanes a los que había que alimentar eran muy simpáticos al principio pero, tenían un problema... y es que crecían. Cuando tenían ya un tamaño razonable y empezaban a comer, no solo lo que el niño le daba, sino la mano del niño si se ponía un poco cerca, lo que hacían los padres era que cogían el reptil, se lo quitaban al niño y lo tiraban por la taza del retrete. ¿Donde acababa el reptil? Pues en las alcantarillas de Nueva York.
Con el paso del tiempo, según la gente que la contaba, decían que se habían generado una especie de cocodrilos que por efecto de la oscuridad y de las sombras, se habían convertido en cocodrilos ciegos y además albinos. Esa extraña mutación de caimanes se supone que se alimentaba de toda clase de desperdicios que había en las cloacas.