CAPITULO 1º: INICIANDO VENGANZA:

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Caminé calle abajo detrás de ese extraño de ojos verdes en el que extrañamente confiaba. Con Lorenzo nunca había llegado a confiar tanto. Era totalmente una locura confiar de esa manera en un completo desconocido. Pero yo lo hacía.
Y no entendía porqué.
De repente no supe porque él frenó, se dio la vuelta, me agarró por la cintura y me pegó a su cuerpo.
Yo sentí que su cercanía me turbaba.
- ¿Sabes un truco para poder ser invencible? La adrenalina y que no te importe nada. Pero sobre todo que no pienses, que no sientas.- me aconsejó guiñándome un ojo.
Palabras que para mí en ese momento no significaron nada. Lo único que me importaba era seguir perdida en ese océano que era su mirada.
Como si no fuera conmigo observé que guardaba una navaja en el bolsillo de mi cazadora vaquera. También colocó una pistola en el bolsillo trasero de mi vaquero rojo. Ese artefacto de metal me resultaba extraño y pesado. Pero en vez de turbarme el echo de tener un arma, me turbo aún más el tacto de su mano en mi trasero.
El choque eléctrico que sentí fue único y extraño. Ni Lorenzo conseguía ese toque en mí.
No supe ver lo que sucedería a continuación, de tan pérdida que estaba en mis pensamientos y emociones, no le supe leer, pero plantó su boca en la mía, obligándome a aceptar su lengua invasora. Mi lengua quiso unirse al combate y luchó con la suya. Agarré sus fuertes y duros brazos y me estremeci. Enrede mis manos en su sedoso pelo negro y gemi. Cuando la sangre empezó a correr más rápido por mis venas me soltó, yo quise protestar, pero no pude, me volvió a hablar:
-Ahora es el momento reina, entra por esa puerta y defiéndete, yo entraré más tarde. No mucho más tarde, piensa que tu único objetivo que es seguir viva. Así que mantente con vida.
Debí en ese momento obedecer a mi instinto que me decía que saliera corriendo, pero nuevamente el orgullo me cegó y entré en ese local dispuesta a perder mi inocencia.
No era consciente que iba a perder mucho más.
Nada más entrar un tipo me agarró por la cintura, no sé cómo lo logré, pero no entré en pánico.
Recordé las palabras de Diablo:
《Mantente con vida》. Y las repetí como un mantra. Y luego vino el 《no pienses》. Así que dejé que el instinto me guiara.
Golpeé con mi cabeza su nariz rompiéndosela, sentí el crujido como una especie de triunfo, ignoré mi propio dolor y le clavé la navaja en el pecho.
No supe en que momento la cogí, simplemente estaba en mis manos cuando la necesite.
-Vaya, vaya, me parece a mí que Lorencito se equivocó contigo ricura- me dijo un hombre que consiguió que me dieran nauseas nada más oírlo.
- ¿Qué es lo que ese quería que hicieran conmigo? - Pregunté conociendo la respuesta. Lo había visto en los vídeos que Diablo me había enseñado. Me pregunté cómo me estaba atreviendo a tanto. ¿De dónde salía ese valor en mí? Era como si esa fuera la verdadera yo.
-Ibas a ser nuestro conejillo de indias para probar una nueva droga. Ahora tendremos que matarte, resultaste demasiado inteligente- me contestó el mismo hombre.
Disparé sin pensar, justo cuando alguien tiró de mi hacía atrás, los pensamientos parecían estar bloqueados, actuaba por inercia, o miedo, o supervivencia, o por todo a la vez. Volví a disparar atravesándole la cabeza.
Me sentí más fuerte que en toda mi vida.
Cuando me quise dar cuenta todos aquellos hombres estaban muertos y diablo me sonreía, yo me quedé quieta sin saber que hacer mientras él registraba todo el lugar.
Terminó su registro y me dijo:
-Estoy orgulloso de ti, porque has resultado ser una perfecta alumna.
No lo esperaba, pero agarró mi melena rubia y me estampó contra la pared, para poder apretarme contra su cuerpo y besarme a su antojo.
Puse las manos en su espalda, ya que no sabía que hacer con ellas y eso pareció despertarle.
Se alejó dejándome temblorosa y ardiente, roció todo con gasolina y me hizo salir fuera para prenderle fuego al local.
-Esto en poco tiempo estará lleno de policías, así que debemos irnos. Toma este dinero y la droga que supuestamente tenías que entregar y devuélvesela a Lorenzo, le dirás...-
-Yo sé lo que tengo que decir, no soy un pelele a tus ordenes, solo soy el medio para un fin. Ahora adiós- le dije interrumpiendo su discurso.
Caminé el camino que me separaba de mi novio con un solo objetivo en mente, ver la cara que iba a poner cuando me viera.
Me sentía distinta, algo había mutado dentro de mí. Me juré que nunca más sería una marioneta en manos de nadie. Yo era dueña de mi destino.
Entré y él no estaba por ninguna parte, así que me serví un trago de una bebida que nunca había probado en mi vida. La etiqueta ponía tequila. Pasé de vasos, bebí a morro dejando que su ardor me reconfortara. Si había algo de lo que me alegraba era de no haberle entregado mi virginidad a ese cabrón que tenía por novio.
De dónde venía el pensamiento no lo sabía, pero solo pensar en los besos de Lorenzo me hacía querer vomitar. Miré la botella y pensé en lo fácil que sería todo si fuera una gota de tequila.
- ¿Cariño? - Esa pregunta formulada con voz titubeante me hizo sonreír.
Sin perder de vista la pistola y la navaja que había dejado sobre la barra me acerqué contoneando las caderas. Acaricié su rostro intentando no golpearle y respondí su pregunta.
-Pensé que para que entregar la mercancía, podemos sacar mucho más dinero matándolos a todos, robándoles y volviendo a vender lo mismo- mientras decía esta mentira me acerqué de nuevo a la barra, disfrutando de su cara estupefacta.
Era culpa suya, había despertado en mi alguien que antes no existía.
- ¡Jefe no le crea nada...! - No dejé que ese hombre terminará de hablar, le pegué un tiro.
No podia permitir que nada más empezar los planes se fueran por el desagüe.
-Cariño este se me debió escapar, bueno yo me tengo que volver a casa. Tengo que estudiar y seguir disimulando que soy una niña buena. Ahí tienes la mercancía y el dinero- me dispuse a ir hasta la puerta para marcharme.
-Pero Sara, no te puedes ir y dejarme un muerto aquí. - Protestó el inteligente de mi novio. De verdad que no podía con él, ¿cómo podía llegar a ser tan imbécil?
-Tú eres el experto, no yo, ¿no llevas en esto desde que llevabas pañales? Pues sabrás que hacer. Ahora apáñatelas. Yo tengo que irme.- dije importándome bien poco lo que hiciera con el cadáver.
Sólo quería llegar a casa. Encerrarme en mi cuarto y no sentir ni pensar.
Unas calles más abajo busqué un taxi, me sentía rota, cansada y asqueada.
Una vez en mi habitación me esmeré en bañarme además de permitirme llorar. Algo que no haría muy a menudo.

Esta canción describiría la historia de diablo y Sara.

uk,@

LORENZO :

Me pasee por el local desesperado. ¿No se suponía que Sara era sumisa, dócil y que estaría dispuesta a hacer lo que yo quisiera?
¿Sería que su código genético era distinto al nuestro por ser millonaria?
No sabía ni yo mismo que estupideces estaba pensando.
Ahora tenía dos problemas que solucionar para que mi padre no me considerará idiota e inútil. No quería oír de sus labios que tal vez mi hermano Dylan hubiese sido mejor que yo. Para mí todo hubiera sido mejor si él no existiera.
¿Cómo decirle a mi padre que su hombre de confianza estaba muerto?
Encima Sara parecía estar loca, ella era otro problema que vigilar. Pero eso ya solo me correspondía a mí.
Tenía que ser capaz de controlarla o ver si realmente podía confiar, tal vez su locura me beneficiaría...

APARENTEMENTE DULCEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora