CAPITULO 2º: TÍTERE:

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Me asomé a la ventana una vez más, no tenía cabeza para nada, todo lo que había vivido esa tarde pasaba por mi mente a cámara lenta. Yo, había matado, yo, había entregado mi inocencia.
La niña había muerto, ¿qué era yo ahora? No lo sabía, pero pensaba descubrirlo. Ya había cruzado la línea. Y lo único que creía que me quedaba era seguir la senda.
Mis pensamientos eran caos. Y en medio de esa tormenta unos ojos azules misteriosos me descolocaron.
Necesitaba verlo, hablar con él, pero pasaría aún un tiempo para que yo pudiera estar a su altura. Ser una igual. ¿Era eso lo que deseaba? No lo sabía.
Un toque en la puerta me sobresaltó, di permiso para entrar. Mi preciosa hermana estaba en la puerta. Su hermosa melena rubia igual a la mía estaba desordenada. Yo no soportaría tenerla así.
Necesitaba estar perfecta.
Fruncí el ceño al ver su mirada perdida y me pregunté que le sucedía. Aunque en el fondo sabía que su turbación tenía el nombre de nuestro padre. 
A ese hombre le gustaba mucho ordenar y que obedecieran. Le encantaba que le rindieran pleitesia.
-¿Por qué me tengo que casar con un completo imbécil Sara?-me preguntó con ojos llorosos.
Recordé a Steven, tan rubio, con esos ojos azules intensos. No era feo. Y no era tonto. Se podían tener con él conversaciones inteligentes.
-¿Qué tiene de malo Steven? Es guapo, inteligente y heredero de una gran fortuna. Te puedes convertir en toda una princesa con él-le dije sin pensarlo.
-¡Estás loca!- me gritó y luego siguió haciéndolo moviendo los brazos como loca: -No estoy enamorada de él. Quiero un cuento de hadas. Además, ¿qué sabes tú? Eres más pequeña que yo- Viviana evidentemente no sabía que su hermana pequeña había perdido la inocencia. 
Y definitivamente me sentía mayor que ella. Pero opté por no decir nada, sería mejor ignorarla, ya se le pasaría el enfado si quería.
Yo fingí estar muy interesada en mi libro de texto, por suerte, soy inteligente y con poco estudio puedo sacar unas notas estupendas.
Ella pareció captar la indirecta y me dejó sola, pero esta vez intenté concentrarme en la historia. Tenía un examen que quería aprobar. No podía permitirme el lujo de sacar malas notas, no me podía permitir llamar la atención. 
Después de estudiar, me duché y me acosté a dormir. No quería cenar. No me entraría ninguna clase de alimento. 
Sentía el estomago echo un nudo.
Por la mañana me levanté como siempre, pero nada era igual, me levanté y me alisé el pelo. Me vestí con el uniforme. La falda verde, la blusa blanca, la corbata del mismo color de la falda.
Mis zapatos, mi mochila y bajé a desayunar. Ahora sí moría de hambre. Pero no quería leche ni nada parecido. Opté por fruta. 
Mi hermana se unió a mí, bromeamos y jugamos, luego el chófer nos aviso que era hora de ir al instituto. 
Como siempre solas, ningún beso cariñoso de nuestra madre o padre. Demasiado ocupados.
Evité a mis amigos en el instituto, no estaba de humor para aguantarlos. Decidí esconderme en la parte de atrás del patio. 
No contaba con que él me siguiera, debería haber seguido a mi hermana no a mí.
-¿Tratas de huir de tus amigos y de tu hermana? - me preguntó con esa voz tan dulce.
-Necesito estar sola, ¿podrías irte? - lo sé suelo ser muy simpática, a veces me preguntó porque me soportan.

-No, te acompañaré a estar sola - contestó arrastrándome hasta el suelo con él, me sentó en su regazo y yo me sentí extraña. Con Lorenzo no me sentía así y con Diablo tampoco.
Todo lo que había dentro de mi con Steven era paz, quietud y sosiego.
Decidí dejarme llevar, no vi nada malo en ello. El silencio era cómodo, apoyé mi espalda en su pecho y él me rodeó. 

                    DIABLO:

Este era el cuarto whiskys que me bebía, recordé a aquella muchacha, no esperaba encontrar en sus ojos tanta inteligencia, tanta ambición. Como tampoco esperaba que en su menudo cuerpo encontrara tanta perfección. Era tan hermosa que podía hacer que tus ojos lloraran al verla. ¿Desde cuándo me había vuelto tan idiota? No lo sabía. Solo sabía que ella sería mi talón de aquiles. Podría evitarlo dando marcha atrás al plan pero no lo haría. Necesitaba vengarme de Richard. El padre de Lorenzo. Ellos habían arruinado a mi familia, yo lo haría con ellos ahora. 
Tantos años planeando la venganza, tanto tiempo saboreando aquel hipotético triunfo, que sentía que no debía abandonar mis planes.
Eso estaba muy claro, cristalino, lo que ahora no tenía muy claro era el papel de Sara. Sabía que ella no sería mi títere. 
Más bien sería un dolor de cabeza, lo veía venir. La pregunta era porque no quería sacarla de en medio.
Sentí la necesidad de verla, sabía dónde tenía que buscarla, no en vano me había pasado dos meses vigilándola.
Aunque eso me lo había ahorrado cuando hable la primera vez con ella.
Apresurado salí, busqué mi moto y partí rumbo a su instituto. La encontré abrazada a un tipo, muy pijo, alguien que yo nunca sería. Y sentí unos celos tan negros y oscuros que quise matarlo.
Esperé agazapado, sonó el horrible timbre y ella se separó de ese chico. Vi con coraje como él se agachaba a besar su mejilla. Luego la dejó sola. Sara sonrió y posó su mano dónde él la había besado. 
No quería que se sintiera feliz con otro.
Salí de mi escondite, la agarré y estampé mi boca en sus labios. Necesitaba sentirlos de nuevo. Su respuesta fue inmediata. Sara me deseaba. Con fuerza la empujé hasta dejarla sobre la pared. 
Con sus piernas enredadas en mi cintura. Podía oír a mi alma cantar.
-Eres mía, no lo olvides cuando ese muñeco te toque - le dije.
-No soy de nadie Diablo. Soy libre- me dijo ella con chulería. Luego me empujó y salió corriendo.
Yo sonreí y me dispuse de nuevo a saltar el muro. Esa tarde la buscaría. Tenía que empezar a darle ordenes sobre lo que haríamos.
Pero no era esa mi intención real. Sólo quería pasar más tiempo con ella. Conocerla. Aún era pronto para muchas cosas.

                                               SARA:

Dios, él me había besado en la mejilla, se sentía tanta felicidad con ese beso tan casto. Toqué el lugar dónde sus labios se habían posado y sonreí. Pensé en mi hermana, en lo convencida que estaba en que los cuentos de hadas existían.
Yo ya no creía en ellos.
No me dio tiempo a pensar más, un cuerpo enorme se abalanzó sobre mí, sabía que era Diablo. Su olor le delataba, ¿a qué olía? Pues simplemente olía a hombre. 
Y ese aroma tan puro y característico se había quedado grabado en mi alma.
Lo sentí mío cuando sus labios se posaron en los míos. Me poseía, me obligaba a rendirme. Algo que jamás haría.
Me arrinconó, que bien se sentía estar entre sus brazos, pero yo tenía que acudir a clases. 
Y si seguía en sus brazos me perdería.
-Eres mía, no lo olvides cuando ese muñeco te toque - me dijo.
-No soy de nadie Diablo. Soy libre - le dije con chulería. Aprovechando su desconcierto le empujé y salí corriendo.
Ese día cuando se terminaron las clases, Lorenzo no estaba esperándome, pero si estaba Diablo.
Sentado imponente sobre su moto. Antes de que mi hermana me descubriera corrí hacía él, me subí y Diablo arrancó. 
Aparcó delante de un parque y yo me senté en su regazo, pero sin bajarnos de la moto.

 Aparcó delante de un parque y yo me senté en su regazo, pero sin bajarnos de la moto

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Capitulo dedicado a CarmenMedina047 me alegra mucho que la historia te este gustando. No publiqué ayer como te prometí pero aquí estoy. Un nuevo capitulo para ti. Espero que te guste. 

APARENTEMENTE DULCEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora