CAPITULO 5º: CAOS:

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SARA:

No me gustaba el papel de espectadora que había adquirido, pero no debía llamar la atención y tampoco podía apartar mis ojos de Diablo.
Me gustaba su pose de chico malo, su seguridad, esa forma de no mostrar ninguna clase de sentimiento. Hasta que se nombró a esa tal Ángela, no pudo disimular, primero vi orgullo, luego amor y finalmente un dolor tan grande que me apeno a mi también. Me alegró darme cuenta que sólo yo me percaté del ligero cambio en la expresión de Diablo.
Dejé que los acontecimientos siguieran su curso fingiendo desinterés. Hasta que uno de aquellos sujetos se situó enfrente mía, me miró lascivo y yo sentí mucho asco. Murmuró algo de lo hermosa que era, de lo bien que me quedaba el rosa en mi cara y de que tenía ganas de probarme. Su callosa y áspera mano se atrevió a posarse en mi muslo y yo grité furiosa. De nuevo no pensé, le di una sonora patada en su entrepierna, haciendo que se doblará y cayera al suelo. Con el pie le empujé y se alejó unos centímetros de mi.
Me percaté de que el que parecía jefe de la banda sacaba la mercancía de su vehículo para dársela a Larry y los hombres que le acompañaban.
Tenía que fingir que me importaba, Lorenzo tenía que pensar que yo había intentado impedirlo. Así que me colgué del brazo del jefe y suplique que no hiciera eso. Por suerte la fortuna me sonrió, Lorenzo eligió ese momento para aparecer.
-¡Sara! ¡Yo me encargo!- exclamó él.
-Pero...- quise protestar para fingir que me importaba la situación.
-¡Te callas! ¡Luego ajusto cuentas contigo!- me gritó y no me inmute. Aunque las ganas de golpearle me estaban superando.
-¿Esa es forma de tratar a una mujer Lorencito? Pensé que papá Richard sería mejor educador y te enseñaría mejores cosas- se burló Diablo.
-Ya ajustare cuentas contigo también bastardo. No creas que por quitarme el distribuidor has ganado la guerra. Tú eres tan mediocre como ella, nunca podrás ganarnos- las palabras de Lorenzo estaban cargadas de odio y veneno. Las sentí como dardos envenenados lanzados contra Diablo.
No podía quedarme allí, no quería quedarme a solas con Lorenzo. En ese momento no podía.
Le escribí un rápido mensaje al móvil que sabía que leería más tarde.
"Mi padre me está buscando no debemos arriesgarnos me voy. Te prometo que luego intentaré verte. Siento no haber podido evitar esa situación."
Me alejé sin llamar la atención y busqué un taxi. En el único lugar que me apetecía estar era con Diablo.
Pero caí en la cuenta que no sabía dónde ir. Entonces di media vuelta y me cole en la furgoneta de Larry.
Media hora después me descubrió y me regaño.
-¿Qué haces aquí? No puedes estar en este lugar...
Le corté antes de que siguiera hablando.
-Por favor Larry necesito ver a Diablo. No me importa lo que sea este sitio, pero llévame con él.- suplique.
Larry suspiró me miró fijamente y murmuró:
-Vais a ser la perdición el uno del otro- después me empujó dentro de la furgoneta y cerró las puertas.
Como la parte trasera no tenía ventanas no podía ver dónde estaba. Pero no podía importarme menos.
Después de una media hora interminable el vehículo se detuvo. Larry me ayudó a bajar, me hizo entrar en un local muy mal decorado y poco llamativo. Me guió por un corto pasillo y me señaló una puerta.
-Supongo que estará ahí. Yo me voy tengo trabajo- me dijo con gesto adusto y serio.
Esperé que se fuera y mientras se alejaba yo reuní valor. No entendía porqué era tan importante para mí verlo. Pero necesitaba sentirlo.
Abri la puerta sin llamar, estaba de espaldas, mirando por una pequeña ventana. No se giró, yo no hablé. Simplemente le rodee la cintura con mis manos y besé su ancha espalda. Le necesitaba como respirar.
-¿Qué quieres Sara?- me preguntó.
Me llenó de alegría que supiera que era yo sin ni siquiera verme.
-Quería verte.
Y Diablo sin mediar palabra se dio la vuelta, en sus ojos una tormenta de emociones.
-Pensé que yo sería el último hombre que querrías ver. El Gancho parecía gustarte mucho- detecté los celos en su voz y eso me gustó.
Salté y me colgué en su cintura, agarrándome con mis piernas. Acaricié las arrugas alrededor de sus ojos y murmure:
-Solo quiero que me toques tú.
Esa frase hizo que plantara sus labios en los míos y me diera un beso  ardiente y posesivo. Sentí algo crecer en su pantalón y sin poderlo evitar me restregue contra aquel bulto. Aquello solo podía describirse como algo celestial. Gemi y le hice gemir a él.
Con rudeza me estampó contra lo que sería una puerta, pero no me importó clavarme la manecilla en la espalda. El deseo era más grande que el dolor.
El sonido de mi canción favorita inundó todo el despacho pero lo ignoré. Diablo conmigo en brazos caminó por toda la habitación hasta llegar a mi bolso, rebuscar y encontrar mi móvil.
-Te llama tu padre, deberías contestar.- dijo Diablo con voz ronca.
Me bajó y contesté la llamada, para tranquilizar mi acelerada respiración me senté en la mesa.
Diablo sin vergüenza, separó mis piernas para besarme en la cara interna de estas. Sin pudor jugó con el elástico de mis bragas rosas. Mientras yo me ahogaba del deseo y casi no podía escuchar a mi padre.
-Hoy es la cena del compromiso de tu hermana con Steven. ¿Dónde estás? a tu madre le va a dar un ataque- pero mi madre no era la única a la que le iba a dar un infarto, mi padre estaba nervioso y  yo estaba empezando a hiperventilar.
-Estaré en casa en media hora.- contesté y colgué para poder gemir sonoramente.
-Llevaré a la princesa a su palacio.- dijo burlón Diablo.
-No, la llevaré yo, tú tienes que atender una visita.- Larry estaba en la puerta y nos miraba ceñudo. Yo no entendía porqué.
Larry me pidió que esperará en la puerta y yo hice caso. No tenía ni idea del motivo por el cual tenían tanto secreto.

APARENTEMENTE DULCEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora