Capítulø 1

2.7K 101 25
                                    

Eerin 👆 (Escorpio)

Chantal miraba desde lejos cómo su supuesto novio besaba descaradamente a otra chica. Se bebió el último trago de su baso y fue directa al baño de aquella discoteca. Sonrió amargamente, no estaba dolida, ya era la tercera vez que veía a Mike así.

Entró al baño y se metió en uno de los cubículos. Se apoyó en la pared, tiró el bolso al suelo y suspiró. Poco a poco fue bajando hasta estar sentada en el no muy limpio suelo. Se llevó las manos a la cabeza y miró a un punto fijo. No iba a llorar, no podía. Un pitido sonó y supo que era su teléfono. Estiró el brazo para coger el bolso para rebuscar en él y encontrar el aparato. Era un mensaje de Cosmo, lo leyó despacio.
«Mañana es el día. Prepárate. »

Chantal era consciente de lo que tenía que hacer. Su expresión se volvió más seria y se levantó con rapidez. Salió del cubículo, del baño y del estruendoso antro que olía a alcohol, drogas y a sexo.

Fue a la casa de sus padres adoptivos. Sabía que algún día tendría que abandonarlos, y ese día había llegado. Abrió la puerta de la casa sin hacer ruido, subió las escaleras e hizo una pequeña maleta. Un par de prendas, zapatos y dinero bastaban, ya tendría lo que necesitaba cuando viera a Cosmo. Se acercó a la puerta de sus padres y la abrió con cuidado. Se acercó a cada uno, dejando un beso en sus frentes.

-Thank you.

Al fin, salió de la casa. Cuando estuvo lo suficiente lejos de ella, sacó otra vez el móvil y le envió un mensaje al misterioso hombre, el cual conocía años atrás. Le dijo que ya iba para allí. Buscó un taxi y se subió a uno.

-Al Parlamento- el taxista la miró incrédulo.

-Eso está en Ottawa, Ontario.

-Sí, ¿y?

El taxista se impresionó por la actitud directa y seria de la chica, así que se dio la vuelta y empezó a conducir. El viaje fue largo, el taxista se negó a llevarla más lejos de la mitad del camino pero insistió. Le pagaría todo lo que él quisiera. Finalmente, llegó a Ontario por la mañana. Se despidió del hombre y le pagó.

-Por fin llegaste- Chantal se giró y vio a su amiga Eerin de brazos cruzados.

Eerin! -se acercó a ella y la abrazó. Desde pequeñas se conocían, ya que las dos estaban implicadas en la Misión Z-. Cuánto tiempo, ¿cuándo llegaste de Australia?

-Ayer por la mañana, sé que debería de haberte llamado antes pero Cosmo no me dejó- las dos rieron y se dirigieron al parlamento.

♞♞♞

-La misión debe de empezar cuanto antes- dijo Cosmo con los codos en la mesa.

-¿No podemos esperar un poco?- preguntó Eerin.

-De ninguna manera. La misión debe de empezar cuanto antes. Serán una serie de viajes largos y debéis de daros prisa.

-Pero... - la Escorpio frunció el ceño, la verdad no le había hecho gracia la repentina llamada de Cosmo.

-Nada de peros, ¿a caso no os he enseñado a que no me contradigáis? -la castaña puso los ojos en blanco-. Partiréis hoy.

-¿A dónde se supone que iremos?- Chantal se acomodó en la silla.

-A Madrid, España. Vuestro objetivo es Samuel López.

Las chicas se miraron decididas, debían de hacer caso al jefe.

♞♞♞

El chico corrió como pudo, con cuidado de no tropezarse con la gente y de que no le vieran la cara. Se escondió detrás de un contenedor.

-Joder, Samu, mejor sitio ni había -se dijo a si mismo. Se asomó a ver si había rastro de la policía-. Perfecto.

Salió de su escondite, aún con cuidado, y fue a sentarse en un banco. Abrió su mochila y sacó el bocadillo que le había quitado a un niño. ¿Y por eso la policía le perseguía? Exactamente no, fue porque esa misma mañana, la policía se enteró de que conducía coches sin carné e ilegalmente. No tuvo más opción que huir.

Se terminó el sabroso bocata y salió del parque. Caminó durante un rato por las calles de la gran ciudad hasta llegar al barrio donde vivía. No se le quitaba la sensación de que alguien le observaba, pero decidió no hacerle caso. Vivía en un barrio chungo, así que no era de extrañar que alguien observara a otro. Lo que le pareció extraño fue que estuviera todo en completo silencio y desierto, no había nadie.

-¡Eh, tú! ¡Samuel! -el pelinegro se giró y vio a un joven acercarse a él.

-¿Sergio? Joder cuanto tiempo- Samu se acercó al chico dos años menos que él y se abrazaron-. ¿Qué te trae por aquí?

-Ya sabes, mis padres se divorciaron y ahora me he mudado cerca de aquí
¿Vamos a comer por ahí?

-Claro- dijo afirmativamente, tenía ganas de ver a su amigo y también no desaprovecharía la oportunidad de comer, no se le hacía fácil encontrar comida sin trabajo.

Los dos fueron hasta una pizzería y pidieron dos pizzas. Pasaron la tarde juntos hasta que se hizo de noche y el amigo de Samuel tuvo que irse.

-Yo me voy. Un placer volver a verte, Samu- los dos se dieron un abrazo.

-Igualmente, ciao- el pelinegro se despidió y fue a su casa.

Ahora sí, esa sensación de que alguien le observaba estaba intacta. Entró a un callejón que llevaba directo a su casa. Escuchó un estruendo y empezó a andar rápido.

-Joder...- miró hacia todos lados.

Sintió que le empujaban contra una pared e intentó zafarse del agarre. Hizo fuerza y consiguió estar cara a cara con la chica.

-¿No te puedes estar quieto? -dijo Eerin y fue a darle un puñetazo a Samuel, pero este lo esquivó.

-¿Quién mierda eres?- Samuel esquivaba casi todos los golpes de chica, de algo le habían servido las peleas de las calles. No quería pegarle a Eerin, era una chica.

-Eso ahora no importa- le dio un codazo en las costillas. Samuel perdió el equilibrio y cayó al suelo-. ¿A caso no sabes pelear?- Eerin puso un pie encina del pecho del sagitario.

Una sirena de policía sonó por el barrio haciendo que Samuel se alarmara.

-Mierda- se levantó como pudo y tomó a la chica de la mano.

-¿Pero qué...? - los dos se escondieron donde la policía ni los pudiera ver. Eerin iba a hablar pero Samuel le puso un dedo en los labios.

-Me buscan- susurró.

La chica se separó de Samuel y se asomó.

-¿Quién, la policía? -el chico asintió-. Si vienes conmigo estarás a salvo y lo tendrás todo.

-Si claro, me voy a fiar de ti- Eerin frunció el ceño-. ¿Cómo sé que eres de fiar?

-Soy Eerin. Y si no me haces caso te pasará esto.

-¿El qué?

-Esto.

Samuel sintió un golpe en la cabeza y después de eso solo vio un vacío negro.

-Uf, sí que ha costado- dijo Chantal con un bate.

-Ya ves- Eerin se limpió el sudor.

-Vamos, tenemos que pillar a otro.

Misión Z (Zodiaco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora