Capítulo 7

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Desperté de buen ánimo y una sensación agradable, mire la hora y aun era temprano, demasiado en realidad, así que me tome mi tiempo para arreglarme y asearme. No solía tardarme en ducharme y no era porque no me gustará sino que estaba acostumbrada a hacerlo rápido y bien. Esta vez me quedé mucho más tiempo bajo esa lluvia caliente que caía sobre mis hombros, era relajante.

Me arregle y baje desayunar, cuando llegue a la cocina no pude evitar imaginar a Gade sentado en la barra, algo de melancolía se posó sobre mis ojos y no sabía porque, es decir, toda mi vida había comido sola, excepto en Navidad, no la celebramos pero papá hace algo de comida/cena y comemos en el comedor juntos, es el único día que lo hacemos, los demás días soy yo comiendo en la barra sola.
Me comí lo que mamá dejó sobre la barra, le había dicho que no lo hiciera que yo podía hacerme de desayunar sola pero ella había insistido, ahora comía todo lo que ella me dejará sobre la barra.
Hice mi rutina de siempre, lavar mis dientes, arreglar mis útiles, poner algo para almorzar, abrigarme... bla bla bla.

Cuando estaba a punto de abrir la puerta escucho el timbre de casa, me quedé con la mano estirada, completamente paralizada, estaba segura que me puse aun más pálida de lo que ya era mi color de piel. No tenía la idea del porque me había puesto asi, sólo debía preguntar quien era y ya, pero no había muchas personas que vinieran a esta hora, tan temprano en la mañana.

-Brighid soy yo- reconocí esa voz de inmediato- se que estas ahí abre por favor- me erizo la piel.

-No, creí que te vería en la escuela, no puedes venir así por mi yo...- fui interrumpida.

-¿Estas tratando de evitarme?- cuestiono- pasaremos también por tu amiga, sólo quiero estar contigo- eso sonaba muy convincente.

-Esta bien, pero ¿podrías dejar de ser tan empalagoso?- abrí la puerta y ahí estaba, a mitad del alba, su alta figura bien formada y esculpida- ¿Haz desayunado?- pregunté igual que una madre.

-Si tú harás algo para mi diré que no- dijo con una gran sonrisa, lo mire severamente para que fuera directo- si he desayunado, y ordene que hicieran algo para ti y para mi que pudiéramos comer en el almuerzo juntos- levantó una pequeña mochila, más grande que una lonchera, yo sólo me quedé mirándola- ¿Nos vamos?- tomo mi atención de nuevo, yo me limite a asentir con la cabeza.

El se dio media vuelta y comenzó a caminar hacia aquel monstruo mecánico el cual él llamaba auto móvil. Cerré la puerta tras de mi y me decidí a seguirlo, pero unos pasos antes de llegar a la Hummer me detuve en seco haciendo que Gade volteara a mirarme serio.

-¿Qué sucede?- me cuestionó.

-¡No!- solté y nada más.

-¿Qué?- fruncio el ceño.

-¡NO!- levanté la voz.

Regrese sobre mis pasos y empecé a caminar sobre la banqueta, tal vez pensaría que estaba loca pero no importaba, seguí mi camino a casa de Raquel sin mirar atrás. Él me detuvo sujetando mi brazo con la fuerza suficiente para que yo no me pudiera zafar pero sin lastimarme.

-¿Qué sucede?- lo mire a la cara con mi mirada seria- creí que yo te agradaba, que podríamos ir juntos y venir juntos, que podríamos pasar las tardes y hacer tareas juntos, creí que podría estar contigo todo el tiempo y ya no te molestaría- parecía más triste que enojado y más desconcertado aun, aunque su voz era firme y penetrante y no parecía que sintiera algo de lo anterior mencionado.

-Gade- pareció relajarse al escuchar su nombre- me agradas ó al menos eso creo, pero también creo que eres un poco... no se como decirlo, sabes cosas sobre mi que todos los demás desconocen y eso es algo acosador, y podemos pasar tiempo juntos pero no todo el tiempo- trate de ser suave, como todas las veces que había rechazado a alguien, bueno sólo fueron dos, y con ellos no sentí nada a la hora de la verdad, sin en cambio con Gade sentí una gran punzada de dolor sobre mi pecho.

Gade fruncio los labios y luego soltó un suspiro largo, sentí como su cuerpo se relajaba soltando mi brazo lentamente, abrió la boca a punto de decir algo y luego la cerró, se quedo pensativo unos minutos.

-Bien- soltó, al parecer de mala gana- te dejaré tranquila, no molestaré más- sus palabras me hicieron sentir aun más mal.

-No es eso, es sólo que...- no me dejo terminar.

-¿Qué soy un raro?¿Un chico odioso?¿Es eso?- esta vez se veía afectado en el tono de su voz.

Mi interior dolía cada vez más con cada palabra que salía de aquellos dulces labios.

-Adiós Brighid- bajo la voz y estaba casi seguro que había titubeado en cada letra.

Mi interior se rompió por completo, ardía como el mismo infierno.
Entonces hice lo que nunca en mi vida me hubiera atrevido a hacer, lo tome de la muñeca, lo jale con toda mi fuerza, cuando se acercó a punto de caer lo sostuve del cuello de su camisa y lo besé.
Cuando me separe de él lo solté lentamente y abrí mis ojos de igual manera, podía ver un poco de lágrimas en sus ojos que por cierto estaban tan abiertos que podría jurar que se saldrían de sus órbitas, mire sus pupilas y estaban alargadas como las de una serpiente y su iris era de color plata, brillaba tal cual que el metal semi precioso.
Me espante un poco y estaba desconcertada a tal punto que di un paso atrás y me puse en pose de pelea, ni siquiera sabía como es que lo había hecho, es como si mi cuerpo lo supiera que debía defenderse.

Gade se puso la capucha de su sudadera y se acomodo la chaqueta de cuero, bajo la mirada un poco, se quedo así sin moverse, hasta que segundos después se dio la media vuelta.
Yo sólo baje la guardia y me relaje un poco.

-Ya debo irme- me di media vuelta y salí corriendo a la escuela, seguro Raquel ya estaría haya y ella me mataría en cuanto me viera.

Mi primera hora era literatura, y era mejor perderla, era la primera vez en la vida que perdía una clase y era incumplida. Me sentía mal por ello, pero no tenía de otra no iba a entrar como una descarada a mitad a de la clase.
Decidí dar una vuelta por las instalaciones para conocer mejor el plantel ya que el día anterior no había tenido la oportunidad de hacerlo por culpa de Gade. ¿Por qué pensaba en el ahora? No era tiempo de hacerlo, tenía que despejar mi mente.
Fui a la cafetería y compre un café, me senté a tomarlo algo tranquila, me puse los audífonos y la canción Mustang Kids empezó a sonar, si que me relajaba.
Mi siguiente clase siguiente empezaba y era historia universal, al menos era algo interesante para mi, me pare y me dirigí al edificio donde se impartía esta.

Todo el día no pude evitar pensar en Gade, no estaba en ninguna de las clases, y era obvia la razón, de seguro no quería verme, de seguro me odiaba, ¿por qué había sido yo una maldita perra con él? No me había hecho nada, bueno quizá si me espíaba por eso sabía tanto sobre mi, no encontraba otra razón lógica para explicarlo.

El período de clases ya había acabado y me fui a la entrada a esperar a Raquel con algo de temor porque seguro que estaba más que molesta, pero más fue mi sorpresa al encontrar que no, ella se lanzó a mi en un abrazo.

-¡Oh Brighid!- su voz sonaba algo preocupada- ¿Cómo te sientes? De seguro que estas mal. Cuentamelo todo- me tomó el brazo para empezar a caminar.

-No se de que me hablas- estaba realmente confundida y ella lo único que hizo fue dirigirme una sonrisa en forma de mueca.

-Gade me mandó en la mañana un mensaje de que había tenido una discusión contigo y que no me molestara contigo por no pasar por mi- su voz era suave.

Yo sólo solté un sonoro suspiro y empecé a relatar todo lo que había sucedido en la mañana ella escuchaba atenta sin hacer ninguna pregunta, sólo que evite el tema de sus ojos color plata, por alguna razón sentía que no se lo podía decir. Ella al final soltó una pequeña risa.

-¡Oh Brighid! No han pasado ni dos días y ya lo traes loco por ti, ¿Qué no es lindo?- volvió a reír.

-Nooo, tú bien sabes que no soy el tipo de chica que se de cuenta de esas cosas- ella se me quedo mirando y sólo negó con la cabeza.

-¡Ay Brighid!- suspiro- te veo mañana bien y que no te sorprenda el sí le paso tus datos vale- dijo esta para entrar a su casa.

-Vale- sólo respondí eso y me fue derecho a casa.

Tenía que relajarme, olvidarme de todo, no me importaba nada más, estaba decidido, hoy iré a mi lugar especial, dormiré un poco bajo la poca luz de sol que se colaba por las nubes que casi siempre. Poco importaba si casi moría ahí, era el único lugar donde quería estar.

Almas EntrelazadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora