Capítulo 8

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Estaba más que decidida en cuanto llegue a casa bote todo y tome mi bicicleta, me fui a toda velocidad hacia la vereda por la que había decidido ir aquella vez que estuve a punto de morir y esta vez algo de extraño pasaba en ella, los faroles de antes estaban limpios y parecía que les habían dado mantenimiento, el pavimento de aquel camino parecía recién puesto, ya no era lúgubre.
Di mi mejor esfuerzo en pedalear aquella colina y llegue a la vieja reja de metal, pero para mi sorpresa ya no lo era, las enredaderas ya no la envolvía y parecía recién pintada y pulida.
Deje mi bicicleta en donde la había dejado aquella noche de Luna llena, todo de pronto parecía tan nuevo y un aura extraña la rodeaba, se podía sentir, camine esos kilómetros que media la casa para llegar al lugar indicado que duplicará mi alma.

Cuando llegué ahí pude ver sobre el lago a la persona que menos quería encontrarme, a mitad de este exactamente se encontraba parado y estaba realmente asustada ya que el hielo aun no se congelaba por completo en esta época del año y esto haría que se rompiera bajo él haciendo que cayera directo al agua helada.

-¡Gade!- toda mi fuerza se fue en ese grito. De verdad que a pesar de estar enfadada con él no podía evitar preocuparme.

Al oírme se dio la vuelta y empezó a caminar hacia mi dirección, quería alcanzarlo pero temía el volver a caer y ahogarme.

"-Tranquila, le pedí a mi hermana que lo congelará para ti-"

Esa era la voz de Gade pero el no había movido ni un músculo de la boca, ¿Cómo era entonces que me había hablado?
Llegó hasta la orilla en la que me encontraba parada y me estiró su mano para que la tomará, la mire y de pronto sus uñas se volvieron más largas y algunas manchas negras en diferentes posiciones alrededor de ella, que ahora si veía bien parecían escamas.

"-Tómala, no temas. Jamás te haría daño alguno-"

Lo mire a la cara, sus ojos eran plateados y sus pupilas alargadas como las de un felino, tenía esas mismas manchas negras por su cara y cuello, sus colmillos habían crecido y ahora sobresalían como los de un vampiro, y sus orejas eran puntiagudas con esas manchas.

Yo no estaba segura si hacer caso, mi instinto decía que no,pero algo muy dentro de mi decía que él no se atrevería a hacerme daño, tal cual él me lo había dicho.
Me atreví a tomar su mano, y el me jalo con delicadeza hacia su pecho, yo puse mi cabeza de lado y mi mano sobre este, podía escuchar los latidos de su corazón, eran realmente tranquilizantes a pesar de su aspecto, su presencia imponía más aun de lo normal, más aun de cuando lo conocí esa vez que choque contra él.

-Tengo algo que contarte, es la razón por la cual se tanto de ti y...- escuche que me decía, pero esta vez se que había hablado ya que pude sentir las vibraciones en su pecho.

-No importa ahora, esta bien, fui una tonta y una perra contigo- lo había interrumpido, podía sentirme más tranquila de lo que me sentí en todo el día- lo siento- dije de todo corazón.

-Brighid, tú debes saber toda la verdad, se que asusta que sepa tanto de ti y asusta aun más mi apariencia. Tal vez no creas lo que te diga, pero debes hacerlo de verdad- su voz sonaba un poco suplicante.

-¿Por qué no debería de creerte?- cuestione con una voz entre cortada.

-Porque ustedes los humanos son así, jamás creen en la magia y las criaturas fantásticas que aun vivimos, y nos ignoran por completo- esta vez si que me separe de él, lo mire con el ceño fruncido.

-¡Estas loco!- replique y el sólo sonrió.

-¿Ves?¡Te lo dije!- este ya empezaba a recuperar los ánimos- pero si no crees en mis palabras, tal vez pueda mostrarte- me soltó y volvió a caminar hacia el centro del lago- ahí muy atenta- me señalo.

Almas EntrelazadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora