32. ¿Una cita?

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—¿Por qué coño me ponen hielo si yo no he pedido hielo?

—Porque no le has dicho que no querías hielo.

—¿No es su deber preguntar antes de servir?

—Estamos en pleno verano, hace calor... Es normal que te pongan hielo, Janet. De todas formas no te preocupes que no te lo van a cobrar.

—Claro porque ya me lo añaden en el impuesto.

Las conversaciones de Janet y Bianca siempre tan interesantes... La pelirroja tiene la capacidad de sacar tema de conversación de lo más insignificante y pasarse más de lo imaginable hablando sobre ello.
Ayer era Janet la que trabajaba y no pudo estar con nosotras, y hoy es Celeste la que se ha quedado a descansar en su casa para el turno de esta noche, perdiéndose de esa forma un batido con hielo y un gran debate sobre ello.

—¿A qué hora te dormiste anoche? —pregunta Bianca, y sé que se dirige a mí—. Te llamé para preguntarte cómo te había ido con Joel.

—¿Me llamaste? —Frunzo el ceño, extrañada. No me llegó ninguna llamada, ni anoche ni esta mañana.

—Dos veces. No era ni media noche. —Sorbe muy rápido de su pajita y termina tosiendo. Reprimo una risa.

—A esa hora ya estaba en casa.

—¿Durmiendo? —Vuelve a toser otra vez.

—No estaba durmiendo —le informo—. Ni siquiera estaba sola.

Tengo que contárselo. Necesito una opinión sensata y objetiva de lo que ha ocurrido.

—¿Qué me quieres decir con eso?

—¡Sí, qué le quieres decir con eso! —se anima Janet, intrigada.

Y ahora guardo silencio. Cómo digo esto sin que resulte muy impactante... Hace apenas unos días que me dejó el que fue mi novio durante dos años por haberme acostado con el que también lo fue pero solo durante seis meses... y ahora me he acostado con el mejor amigo del último, con el que me besé unas tres veces durante el instituto. Increíble. No me reconozco.

—Pues... —No hay forma de encontrar las palabras adecuadas.

—¿Ocurrió algo con Joel? —se adelanta mi prima y se lo agradezco enormemente. Prefiero responder a preguntas que decirlo con mis palabras.

—Sí —admito.

—A ver... —Está entrando en tensión, lo veo en sus ojos—. ¿Nivel uno, dos o tres?

Esos son los niveles diferenciados para Bianca. El nivel uno implica solo beso, el nivel dos más de un beso y otro tipo de roces con demás partes del cuerpo, y el nivel tres es en el que yo me encuentro.

—Tres. —Cierro un ojo para no ver su reacción, lo que es absurdo ya que el otro lo mantengo abierto.

—No te creo —espeta, muy seria, pero luego se da cuenta de que yo no diría algo así si no fuera verdad—. Ay... mi... madre...

Ya, eso es lo que pienso yo. Ya no tengo el mismo punto de vista de anoche, o de esta mañana. Ahora me estoy arrepintiendo.

—Pero, espera... —Janet intenta reorganizar las ideas en su cabeza—. ¿Y el chico por el que tu relación con Nathan terminó?

Me encojo de hombros, sintiendo cómo me empiezan a arder los ojos. Para, Helena. No estoy dispuesta a montar un espectáculo en esta cafetería.
Bianca se lleva una mano a la cabeza y Janet continúa mirándome como si no comprendiera nada. Me siento muy mal y sus caras no me ayudan en absoluto. Me están juzgando. Bianca me mira con la misma expresión con la que me ha mirado mi madre durante toda mi vida.

Te concedo el deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora