Regina
Lo sentía entre mis manos. El corazón más oscuro y dañado de la ciudad.
Me preocupaba que enegreciera ahora que Henry no estaba conmigo. Tenía que procurar ser mejor por él, pero ya llevaba una semana sin la única razón por la que aún conservaba una pequeña lucecita en mi interior.Levanté la mirada hacia el reloj sobre la chimenea. Eran casi las ocho y cuarto, lo que me recordó al odioso momento en el que las agujas del reloj se pusieron en marcha. Pero para mi el tiempo seguía congelado; cada minuto; cada segundo, el mismo dolor punzante en el pecho que, creí, podría aliviar arrancandomelo.
Suspiré con gran pesar al imaginar qué pasaría si lo estrujara en este momento.
Me giré sobresaltada al oír como llamaban a mi puerta, sobre todo porque no me venía a la mente el nombre de nadie lo suficientemente demente como para hacer tal cosa.
Me metí el corazón en el pecho y ordené a mis lágrimas que se quedaran en su sitio, como tantas veces había hecho.
Abrí la puerta. -Por supuesto...- Mi mirada recorrió de abajo a arriba a la sheriff, pero se estancó en sus ojos, tono hoja a medio podrir. -¿Que quiere, señorita Swan?-
-Henry se dejó aquí su teléfono móvil...- Intentó parecer seria, pero no se le daba nada bien.
-Henry no tiene teléfono alguno.- Aseguré.
-Si lo tiene, se lo di para poder hablar con él antes de que...- No tuvo narices de acabar la frase.
-¿Antes de qué, eh?- La reté. -¿Te refieres a cuando me lo arrebatasteis?-
-Regina, yo no...no te lo arrebatamos...- Suspiró cansada.
-Claro que no, porque vosotros sois héroes.- Sonreí de brazos cruzados. -Jamás apartariais a una madre de su hijo, ¿a que no?-
-Con todo respeto, Regina, sé lo que sientes...yo también tuve que apartarme de él...-
-¿Disculpa? Tu lo abandonaste en el momento en el que salió de tu cuerpo y te desentendiste de él durante diez años.- Recordé manteniendo la calma. -Con todo respeto, Emma, no tienes ni idea de lo que siento.- Quise cerrarle la puerta.
-No, Regina, espera...- Me lo impidió. -Tienes razón, no lo sé... Solo...déjame entrar a cogerlo, está en su habitación.-
-¿No te preocupa que pueda...no sé...matarte?- Sugerí encogiendome de hombros.
-Si quisieras matarme ya estaría muerta.- Intentó entrar, pero me interpuse y sentí su aliento en mis labios, su mirada en mi rostro...
-Cierto...- Me aparté abriendo la puerta y dejé que pasara.
No entendí muy bien lo que acababa de pasar, pero aún sentía el calor de su piel en mi cara.Señalé hacia arriba y subí las escaleras detrás suyo. Pantalones negros, botas oscuras y chaqueta roja...¿esque no tenía más ropa esta mujer? ¿Pero por qué demonios me fijaba yo en eso?
-¿Es esa?- Preguntó y yo asentí bajando la mirada.
Me apoyé sobre el marco de la puerta cuando Emma entró en su habitación. Acababa de invadir el lugar más sagrado para mi; toda una vida de amor materno interrumpida por dos idiotas y su estúpida hija.
En esa esquina estaba antes su cuna, pero se hizo demasiado mayor para ella. Allí guardaba sus pañales, al lado de la mecedora que tuve que comprar para poder sentarme las noches que tenía pesadillas o se ponía enfermo...
Casi no me di cuenta, pero intercepté esa lágrima a tiempo antes de que la sheriff la viera.
-Es un chico listo, no lo pondría a la vista...- Pensó girandose hacia mi.
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Hold My Heart
FanfictionEmma Swan no tiene muy claro que alejar a su hijo de Regina sea una buena idea. Veremos como se las ingenian los príncipes para impedir que ambas actuen como madres del chico mientras ellas comienzan a entablar una relación que traspasa la amistad.