Last Chance

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Regina

Aquella mañana desperté sabiendo que era distinta, que Henry estaba en su habitación.
Pero aquella rubia seguía por allí.

Debo de ser tan idiota como ella, sino no habría tratado de ayudarla. Pero, claro, ¿quién quiere consejos de la ex-Reina Malvada?

De todos modos me levanté porque quería prepararle tortitas a mi hijo.

Como siempre, el olor despertó al chico.

-¡Tortitas, tortitas!- El terremoto corrió escaleras abajo, pero esta vez tirando del brazo de la sheriff.

-¿Como puedes estar peinada a estas horas?- La despeinada rubia se frotó los ojos.

-Anda...- Serví el plato mientras acariciaba el pelo de mi hijo.

Me llené una taza de café, y cuando me di la vuelta vi a una Emma Swan que miraba las tortitas como si fuera la primera vez que veía unas.

-Oh por dios, come.- Puede que sonara a orden, pero si no se lo decía así, no comería y parecería que yo no la había dejado.

Me bebí el café y dejé el delantal sobre la mesa de la cocina sin dejar de mirarlos.
La sheriff estaba todavía más desaliñada en pijama que con su chaqueta roja.

Cuando me contó su historia pensé que podía ayudarla, y aunque estuve a punto de no hacerlo, le di un consejo. Ilusa de mi.
Pero parecía inofensiva llenando las tortitas de sirope. La verdad es que no me importaba que comiera, no habiendo probado las galletas que Blanca llevó a la última reunión de padres.

-¿Acaso eras también la anciana de Hansel y Gretel?- Preguntó llena de sirope.

-¿Parezco una bruja ciega?- Sonreí sarcástica. -Porque puedo ver las manchas de sirope.-

La sheriff se encogió y no sé por qué me dio pena.

-Ahora ya sé de dónde te viene.- Sonreí a Henry.

-Eh.- Se quejó con los brazos llenos de sirope.

Ambos reímos y le sirvió a Emma para quitarse presión. No sé por qué me molesto, no le debo nada.

-Metelo en la pica cuando acabes...- Despeiné su pelo castaño y fui a lavarme los dientes.

Al volver encontré todos los platos fregados.

-Siento lo de anoche...- Escuché la voz de Emma detrás mío.

-Ya...- Giré la cabeza. -Me gusta fregar platos.-

-Ah...-

Me hizo reír lo crecula que es para tener veintiocho años y ser la Salvadora destinada a derrotar al mal.

-Les he dicho a mis padres que comeremos por ahí...- Informó.

-De acuerdo...-

-Y...por si te interesa, no voy a deshacerme de la chaqueta...- Bajó la mirada tímida.

-Bien por ti.- Me acerqué. -Me alegro de que les plantes cara a tus padres.-

-¿Te alegras?- Se extrañó.

-Ese es el segundo paso para deshacerte de la coraza...- Aseguré a escasos centímetros de ella. -Empiezas a aceptar quien eres.-

-¿Y quién crees que soy?-

Sonreí apartando la mirada. -Pues...una huérfana a la que nadie quería, que abandonó a su hijo y construyó una coraza pero, eh, yo era una reina malvada que asesinó a su propio padre.-

Hold My HeartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora