About me

433 54 20
                                    

Sábado 4:58 pm

Su caminata era silenciosa, aunque por momentos no. Ya que sus tarareos de vez en cuando rompían el silencio.

Las calles estaban casi vacías, ya que era un horario no muy transitado por ese lugar

El rubio estuvo esperando dos días para poder ir a encontrar a Brad. Tal vez estuvo feliz los últimos días sólo por la razón de que volveria a verlo, aunque el castaño no estaría enterado, ya que no se habían mantenido en contacto.

Pero el rubio recordaba sus horario.
A demás, necesitaba verlo, y oír su voz.

Una persona no puede volarte la cabeza de ese modo en tan sólo unos minutos.

Eso sería una sorpresa para Brad.

Y así como fue que el rubio comenzó a pensarlo mejor.

¿Y si era mala idea?
¿y si el castaño no se acordaba de él?
¿Y si estaba muy pasado de confianza?

El rubio entró en una especie de crisis. Aún tenía tiempo de irse, ya que aún nadie salía del club. Tal vez estaría desperdiciando una linda oportunidad.

Quien dice que gracias a ese chico, el rubio podría estar mejor con él mismo.

Pero comenzó a caminar lentamente, alejándose del club. Se arrepintió a último momento.

Oyó una voz hermosa, perfecta para sus oídos.

—Hey, Tristan —¿Cómo olvidar esa voz?

Una hermosa sonrisa estaba dibujada en su rostro. Antes de girar, trató de disimularla un poco.

—Hola, Brad.

—¿Cómo estás? que bueno encontrarte otra vez.—Sonrió el castaño.

—Si, genial. Estoy bien, ¿y tú?

—Bien ¿Qué andas haciendo por aquí?

—Sólo caminaba un rato.

—Ah, bien. Sabes, tengo ganas de comer algo. ¿Quieres ir por un helado?

—¿Crees que el helado es comida?

—Es rico, con eso me basta.—Sonrió.

—Está bien para mi.—Contestó simpático

El rubio comenzó a caminar junto al castaño, quien también lucía alegre tanto como él de haberlo encontrado.

—Que bueno que justo cruzaste por el club. La verdad, no quería tomar mi helado sólo.—Rió.

—Si, supongo.—el rubio echó una sonrisa, cual el castaño le devolvió.

Cruzaron la calle, yendo donde estaba aquella heladería.

Entraron y luego de mirar por algunos minutos la lista con los sabores, Brad pidió su helado, Tristan estaba parado junto a él, y la verdad, no se le antojaba uno.

—Y a ti, Tristan ¿Cuál se te antoja?

—La verdad, no tengo ganas de comer helado ahora.—Sonrió.

—Oh, está bien. Siento haberte hecho venir a acompañarme si no querías.

—Sólo no quiero helado, acompañarte, si.

—Entonces, ¿te quedas?

—Claro.

El castaño sonrió.

—Bien.

Se acercó a la mesa de la heladería y se sentaron en una para dos.

—Bien, ahora que estamos aquí, Podemos hablar tranquilos. ¿Qué me cuentas?

Learn; Tradley Donde viven las historias. Descúbrelo ahora