Capitulo XV

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Estaba en el medio del bosque y no sabía si estaba cerca o lejos de mi casa. De repente vi una luz a lo lejos. Corrí lo más rápido posible para llegar a ella, que pensaba que era la luz del porton de la mansión. De a poco me fui cansando y sentí que mi corazón se iba a salir de mi pecho, mis piernas se aflojaron, mi vista se nublo y un dolor punzante me atraveso la cabeza. Choque con el piso minutos después y todo se volvio negro a mi alrededor.

{...}
Abrí los ojos y estaba acostada en una cama que no conocía al igual que la habitación. Una tenue luz iluminaba el lugar y se notaba el poco tratamiento que tenían las paredes y los muebles que me rodeaban. Mientras trataba de incoporarme de nuevo, se escucharon unos pasos que se dirigian a la habitación. Hice como si estuviera inconciente y se escucho el quejido de la puerta oxidada.
- ¿Todavía dormida? Tengo miedo de que los medicamentos te hayan hecho muy mal... pero no me importa, eso quiere decir que no me importa si estas viva o muerta, de igual manera nadie te va a venir a buscar. Ojala nunca hubieras existido... ojala tu padre hubiera sido mas inteligente y me hubiera dejado ser lo que soy en verdad. Pero no fue así, que lastima para la vida de muchos, por supuesto incluyendo a tu querido padre. - la voz de una mujer abundo toda la habitación.
Sentí unas fuertes manos agarrandome de la cara y tocando mis mejillas. ¿Quién era esta mujer? Estaba dudando si sería mejor abrir los ojos o seguir disimulando.
- Cuidate mi niñita hermosa. - al escuchar esa ultima frase la piel se me puso de gallina y no pude evitar abrir los ojos de lo sorprendida que estaba - ¡Al fin abres los ojos! Ya extrañaba vertelos... -
- ¿ Qué.... qué haces aquí diciendo esas de mí y de mi padre? Debería darte vergüenza hablar asi del Rey delante de su hija ¡No tiene derecho alguno! -
La mujer se empezo a reir y mi cara se volvio tensa. Me quise levantar de la cama pero estaba amarrada con sogas y mi cuerpo no respondía correctamente.
- Disculpeme señorita, pero verdaderamente no sabe quién soy yo y cuando lo sepa va a querer matar a su padre el Rey mas gentil e inteligente del mundo entero. -hizo una imitación de un discurso que había hecho mi padre hace poco para confirmar su nuevo puesto en la Corte Suprema de Afray.
- ¿Quién es usted? Digalo si tanto me cambiara la vida.-
- Soy la culpable de tu pasado, tu presente y tu futuro. Soy Gex, la mujer a la que tus padres en un pasado vinieron a pedirle ayuda porque su primogenito era una mujer y no un hombre, la señora de poderes oscuros pero que con ellos ayuda y trae paz a los que la buscan. Yo soy esa. -
- ¿Qué dijiste? - la mire atonita y sentí que mis ojos se estaban preparando para largar lagrimas
- Perdoname si estas desorientada pero te dejare libre para que se lo cuestiones a tus padres, no a mi. Lo lamento chiquita pero yo soy la unica salvación que tienes en Afray... te dejo ir pero ya sabes que hacer. -
Me levante de la cama sintiendo las piernas nuevamente y mis manos firmes como el marmol. Antes de salir por la puerta, me despedi de la mujer con bronca acumulada, que había generado en mi. Al salir note que la casa era muy pequeña, hasta parecía que allí solo entraban duendes, con una pequeña chimenea gris y llena de moho por la notable humedad del lugar. Miré por todo el bosque y me dirigí al centro del pueblo. No sabía que hora era pero ya era de día y los mercaderes estaban preparando sus puestos. Busqué el local donde estaba siempre Peter pero todavía no estaba armado. La ví a Sara que me miro preocupada pero a la vez sorprendida, la saludé con la mano y seguí camino a casa.
- Leila, espera - Sara me apoyo su mano en mi hombro e hizo que frenara - ¿Donde te metiste ayer? Peter estaba muy preocupado por ti, reconocio que se había emborrachado de más y que te lastimo. Pero luego te dejo ir y vos saliste corriendo hacia al bosque en el medio de la noche. ¿Acaso estas loca? - sus ojos se pusieron vidriosos.
Sara era una amiga pero solo porque era prima de mi mejor amigo. Pero nunca me imagine que se preocuparía tanto por alguien como yo que nada mas ve en fiestas que comparto con su primo o cuando voy a su local.
- Perdon. Nunca pensé en lo que podía llegar a pasarme. ¿Lo viste a Peter? - mira por arriba del hombro de Sara buscandolo
- No llego todavía, pero creo que despues de lo de anoche te buscara. -
- Yo intentare buscarlo de algun modo. Gracias Sara - la abrazé y me despedí
Corrí hasta el porton de la mansión que se había cada vez más cerca y me encontré con Paul llorando en un costado de las rejas.
- ¿Paul? ¿Qué pasó? ¿Te encuentras bien? - Me agaché y lo abrazé suavemente
- ¿Leila? - levantó su cabeza y me miró sorprendido y parecía mas alegre - ¡Que suerte que estas bien! ¿Donde estabas? Nos preocupamos muchisimo por ti. Tu padre te creyo muerta. - esas ultimas palabras me hirieron el corazón
- Es lo que más quisiera - dije por lo bajo
- ¿Qué? -
- Nada... estoy bien. Tuve un problema en una fiesta que fui ayer a escondidas. Perdoname si te hice asustar. Deja de llorar y levantate. - sonó más como una orden que como una expresión de cariño
- Sí mi lady. - me tomó de la mano para ayudarse a levantar
- Dame una abrazo y tranquilizate ¿si?-
Me abrazó fuertemente y me dijo al oído
- Nunca vuelvas a irte así. Creo que no puedo vivir sin ti. - me separó de él y se puso frente al porton para abrirlo
- Gracias- le sonreí
Entre a la mansión y fui directo a mi habitación. Para mí sorpresa estaba mi madre sacando la ropa de mi armario y todas las joyas en una caja de madera.
-¿Qué haces?-
Mi madre se dio vuelta, me vio y se puso a llorar.
- ¡Leila estas viva! No puedo creerlo... segun tu padre tu ya estabas... -
- Muerta, yase- termine su frase.
- Que mal que hice en creerle. Mi niña no estaba muerta ¿Donde te fuiste? -
- Perdoname madre cometí el peor error de mi vida. Nunca más volverá a pasar, lo prometo. Me fui a escondidas con Peter a una de sus fiestas, él es mi mejor amigo por si no lo recuerdas, y yo quería volver a casa y salí sola del lugar y me perdí por el bosque. -
- ¡¿Qué hacias en una fiesta con tu mejor amigo sin nuestro permiso?! - tenía todo el derecho a estar enojada
- Si les pedía su permiso no me hubieran dejado ir -
- Por supuesto ¡Mira lo que paso! Todos te creíamos muerta Leila, MUERTA - Remarco fuertemente la palabra "muerta"
- Bueno, pero no lo estoy. La idea estupida de mi padre les habra gustado a muchos en la casa y para sus amiguitos. - sali corriendo por el pasillo
Fui hacia mi hamaca pero antes de que llegara, Thomas se puso en frente, me freno y me miro fijo. Sus ojos mostraban preocupación, angustia y enojo.
- Que suerte que estes bien, Leila. No debiste irte sin mi compañía de la fiesta, podrían hecharme de aquí y creeme que es lo ultimo que quiero. -
- ¿Lo unico que te preocupa es tu trabajo? Me tuve que ir... la fiesta se volvio un asco - dije mirando al piso.
- ¿Por qué te fuiste? La fiesta no fue un asco... - se quedo pensando en lo que habia hecho esa noche
- No voy a darte explicaciones que no mereces. Quitate de mi camino, es una orden. - mi tono se volvió rigido, lo cual me sorprendio
- Si mi lady - hizo una estupida reverencia como si fuera la reina de las idiotas.
Me sente en la hamaca y comenze a llorar. No sabía nada de Peter, mis padres me veían como una pecadora y Thomas se habia vuelto un rigido guardia real.

~Leila La Nueva Princesa~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora