Capítulo Dieciséis: Familia

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DEREK

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DEREK

Cuando abro mis ojos, una sonrisa se posa en mis labios al verla a mi lado. Después de mucho tiempo, me he vuelto a sentir con vida y todo es gracias a ella. Escondo mi rostro en el hueco de mi cuello, recordando cada detalle de la noche anterior como una bella película la cual no voy a olvidar jamás.

Por primera vez, había hecho el amor.

No quiero decir que era virgen antes de que este momento pasara. Pero todas esas mujeres fueron algo de una noche y ya. Ambos obteníamos lo que queríamos y fin del tema. Con Claudia, acabo de descubrir que de verdad se puede hacer el amor. Admiro su espalda por varios minutos y cuento las pecas que tiene. La rodeo con mi brazo derecho y comienzo a besar la piel libre que tengo delante de mí. Tengo toda la certeza que me ama ahora, debido a que me ha entregado algo que era muy valioso para ella.

Me levanto de la cama delicadamente para no despertarla y me doy una ducha rápida. Después de cambiarme, bajo a la cocina a prepararle el desayuno, quiero sorprenderla. Mi padre solía prepararle el desayuno a mi madre cada vez que él quería demostrarle todos los días que la amaba cada vez más. En este caso, quiero hacer lo mismo con mi castaña.

Cierro los ojos, recordando cada uno de los detalles como si otra vez estuviese sucediendo. Joder, aquello se va a transformar en mi maldita droga, porque no me pienso cansar de aquello jamás. Poco a poco fue tomando confianza, al comienzo estaba muy nerviosa, pero la tranquilicé demostrándole que no la lastimaría. Jamás lo haré, primero preferiría morir a verla derramar lágrimas por mi culpa. Sus caricias eran temerosas al igual que sus besos, pero le demostré que no me importaba que no tuviera idea de cómo se hacía esto. No solo quería sentir su cuerpo, quería sentirla a ella.

Quería hacerle el amor a la persona a la que más amo.

Cada mueca de fastidio o de dolor se lo compensaba con un te amo, un beso, o una caricia. Jamás he sido tan delicado o amoroso cuando viene a estar con una chica, y vaya que yo mismo me he sorprendido. En aquel momento sentí que mi castaña era una muñeca de porcelana la cual se podía romper con el más mínimo roce. Hubo momentos en los cuales tuve miedo de que le estuviera haciendo daño, pero fue ella la que me tranquilizó, diciéndome que jamás la lastimaría.

Inconscientemente llevo mis dedos a mis labios. Me siento como un adolescente el cual acaba de dar su primer beso con la chica de sus sueños. Y vaya que se siente de esa manera. Con Claudia estoy experimentando cosas que jamás había imaginado experimentar.

Pongo todo en una bandeja y subo a mi habitación sin hacer ruido. Mi castaña sigue durmiendo, así que coloco la fuente sobre la mesa de noche que está a su lado. Abro las cortinas lentamente y dejo que la luz del sol ilumine mi habitación.

—Princesita, es hora de que te despiertes —le susurro. Estoy en cuclillas, para así quedar cara a cara con ella.

Sus ojos se abren poco a poco, y cuando aquellos ojos cafés se conectan con los míos, puedo ver muchos sentimientos. Se dice que una mirada dice más que mil palabras. Veo un amor puro, sincero, lleno de intensidad. Ella me puede ofrecer eso y mucho más, y estoy dispuesto a demostrarle lo mismo.

Dangerous Woman ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora