Piscis estaba sentada tranquilamente en una banca del parque, repasando las partituras que tenía en la mano, cuándo unas manos le taparon los ojos.
- ¿Quién soy? -susurró una voz ronca en su oído. Esperaba que él no pudiera sentir el sonrojo bajo sus manos.
- ¡Escorpio! - gritó-. ¡Me asustaste! -el chico de la chaqueta de cuero se sentó a su lado.
-Te veías muy hermosa, no lo pude evitar -el sonrió al verla sonrojarse.
- ¡N-no di-digas esas cosas, Escorpio! -Piscis trato de esconder su sonrojo con la cortina de cabello rubio, pero eso solo logró que Escorpio se lo apartará del rostro.
Ella se fijo que estaban mucho mas cerca ahora, sentía la tela de los vaqueros de Escorpio en sus rodillas. Apretó las manos sobre la tela de su falda rosada, avergonzada.
- ¿Piscis? - susurró él.
- ¿S-si?
- Te quiero.
- ¡¿EH?! - Piscis abrió los ojos desmesuradamente, tratando de procesar lo que le había dicho.¿podía ser cierto? ¿Escorpio, su Escorpio, la quería? ¿Su chico oscuro y misterioso, tierno y tonto, la quería? Era imposible, lo sabia. Ellos eran tan diferentes, sus edades no coincidían, ni lo que querían de la vida, él era tan frío y sarcástico, y ella no quería volver a sufrir, pero... ahí estaba él, con sus ojos oscuros y cabello desordenado, esperando una respuesta.
Y todas las dudas desaparecieron.
- Te quiero Piscis, me encantas. Me encanta la forma en que te alejas de la realidad y te pierdes en tu mundo. Me encanta tu manera de hablar, toda tu ternura y yo... sabes que no soy bueno para... para decir estas cosas -el chico rasco su nuca, nervioso, cuando se dio cuenta que la rubia empezaba a llorar- ¡No, no llores! ¡Piscis, lo lamento, no quería..! ¿Dije algo malo?
La pequeña rubia hizo acopio de toda su fuerza, y con una valentía propia de su mejor amigo Aries, se abalanzó sobre el chico, y junto sus labios.