Leo refunfuñaba por lo bajo, quitando a la gente de su camino. Tenia una mueca furiosa en su cara y era seguida de cerca por su mejor amiga Aries, quien trataba de calmarla, pues iba pisando cauchos en esos tacones suyos.
-Vamos, rubita, esto es un malentendido, baja el paso -le dijo Aries, tomando su brazo mientras Leo seguía murmurando que la iba a oír-, además, ustedes dijeron que lo suyo no era serio, no pierdas tu tiempo -Aries plantó los pies en el suelo con fuerza y por medio segundo, pareció que funcionaba y su peso servía de ancla a la tormenta Leo. Pero no habia fuerza para contrarrestar a la furia de la reina de la selva.
-No lo entiendes. Él no va a dejarme. Yo dejo, no me dejan -Leo rechinaba los dientes al hablar y llevaba esa mirada de loca psicópata que Acuario envidiaba y que había hecho que Piscis y Cáncer se pusiesen a llorar como nenitas. Bueno, en defensa de Leo, ellos tocaron sus labiales de Kylie Jenner.
Eso. No. Se. Toca.
-Nena, fue un chisme. Nada mas. Traes a Sagi loco, por favor detente -Aries era arrastrada, mientras sus brazos rodeaban los hombros de su amiga. Estaba por ponerse a llorar.
-Lo averiguaremos pronto -sus dedos de uñas rojas rodearon la perilla del salón de música, donde Sagitario, Géminis y Escorpio discutían el título de su nuevo tema. La conversación cesó cuando vieron a las chicas entrar, principalmente porque no todos los días uno ve a Leo echando espuma por las orejas con una gimoteante Aries abrazada a su cintura. Escorpio contemplo a su novia palmeando su frente y Sagitario sonrió sin entender.
- ¿Leo? ¿Ese es un cinturón nuevo? -dijo señalando a la chica abrazada a su cintura. Escorpio volvió a palmarse la frente.
- ¡Sagitario, eres un desgraciado, te odio! - dijo, quitándose a Aries de encima y arronjandola a los brazos de su novio, que la miró con ternura. Y un poco de confusión, pero bah- ¡¿Vas a dejarme después de todo lo que hemos pasado?! ¡Te odio!
- ¿De-dejarte? - preguntó Sagitario estupefacto, recibiendo los golpes de Leo en su pecho sin darse cuenta siquiera. Miró a sus amigos tratando de escapar, tomados de las manos y caminando en puntillas hacia la puerta. Aries lo saludo con su mano, antes de que Escorpio la cargara y saliera corriendo.
- Después de todo lo que te dije, después de que te confesara cada ridículo pensamiento, de que me hablaste de lo mucho que me querías y que yo era la única, ¿Te atreves a decirle a toda la escuela que era... un juego? Entretenimiento... tú, idiota...
Entonces Sagitario la monto en su hombro y salto por la ventana. Por suerte era un edificio de un piso.
- ¿ Pero que te...? ¡Bajame, trocito de mierda! -chilló Leo, golpeando la espalda del chico. De repente se dio cuenta de lo alto que estaba y dejo de moverse. Sagitario era el chico mas alto de la escuela y Leo le temía un poco a caer de cara. Si, era gracioso.
- Nop. Vamos a hablar y por desgracia, solo así cierras esa sexy boquita tuya, Leo -contra su voluntad, ella se ruborizó-. No se que oíste o quien te lo dijo, pero es mentira. En realidad, no tengo intención de dejarte, cabezota. Si así fuera, la primera en saberlo serias tú...
- ¡Eso no me hace sentir mejor! - chilló, medio sollozando.
- Y lo sabes-dijo el arquero, ignorandola-, porque te lo dije cuando empezamos a salir. Te dije que soy honesto por encima de todo. Y es por eso que hoy te iba a llevar al puto parque a decirte de una puta vez que amo tu jodida mala actitud, tus manías, tus celos sin sentido, tus taconazos que me ponen a mil, tu cabello, tus ojos cuando estas leyendo un libro que te gusta -hizo una pausa y Leo se quitó una lágrima de la barbilla-. Amo tu sonrisa y tus pucheros. Te amo, Leo. Y quiero que seas mi novia con todas las de la ley. Esa es la verdad.
Dos minutos después, Sagitario la bajó, porque pensó que quizás se había desmayado. Ya habia pasado, cuando le obsequió unos Louis Voutton en su cumpleaños. Casi se había meado encima ese día.
- Leo -chasqueo los dedos frente a ella, que boqueaba como un pececito-, Leo, esta bien, si es demasiado pronto, no tienes que corresponderme, esperaré.
Sagitario tenía una mirada clara. Como un lago en primavera, podías ver hacia el fondo. Eso a Leo le gustaba, porque ella siempre hablaba con claridad y había gente a la que eso no le gustaba. Pero no Sagi, él la admiraba. Y ella lo amaba. Hacia semanas que lo sabía. Entonces, ¿Qué estaba haciendo?
Ella saltó a sus brazos, casi tirandolo al suelo mientras gritaba, "Oh Dios, si" sobre sus labios.
Esa fue la última vez que Leo creyó en un chisme.