Introducción

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Años atrás

Marilyn se sentía demasiado contenta después que sus estudiantes habían quedado en primer lugar en un concurso a nivel escolar. Estaba deseosa de contarle a su esposo cuando llegara a casa. Se emocionó más cuando vio su auto parqueado a la salida de la casa.

Bajó a toda prisa del vehículo para verlo lo más pronto y al abrir la puerta lo encontró recostado en la puerta de su habitación. Fue enseguida a darle un beso.

—Hola amor —habló luego del beso —mis estudiantes ganaron el primer lugar —pronunció alegre. Se dirigió a la cocina a beber agua mientras le hablaba.

—Sabía que ibas a lograrlo. —confesó. La admiraba mucho y sabía que era de las maestras que trabajaban por vocación.

Mientras bebía se percató que era muy temprano para que su esposo estuviese en casa pero, lo que más le asombró fue lo que vio al entrar al pie de la puerta.

—Y ¿esas maletas? —preguntó al ver que Samuel estaba extraño y que no se movía de allí.

—Me voy.

—No sabía que tenías que irte de viaje hoy, pensé que era la próxima semana.

—Me voy de la casa Marilyn. Lo siento. Ya no podré seguir viviendo contigo, me divorciaré de ti. —habló como si cada palabra le cortara la garganta.

No podía creer lo que le estaba diciendo Samuel, ¿acaso la estaba abandonando? Después de once años de feliz matrimonio, o eso era lo que ella pensaba.

A Carlos se le oprimía el corazón al ver su rostro de angustia y decepción. Sabía que Marilyn no se merecía lo que le estaba haciendo, era una mujer excepcional pero al mismo tiempo merecía saber la verdad y no ser engañada.

—¿En qué fallé Samuel?, creo que he sido una buena esposa y madre.

Marilyn estaba segura que su esposo la amaba se lo había demostrada cada instante de su vida juntos y todos evidenciaban el amor sincero que se tenían, pero en ese momento se dio cuenta que todo era una farsa.

—No has sido la culpable. Soy yo el único responsable de todo.

Samuel se había enamorado inexplicablemente de una mujer en su trabajo, no habían tenido sexo en ninguna ocasión pero sentía que su amor hacia ella había crecido vertiginosamente y quería compartir su vida con ella sin engañar a Marilyn, por eso había decidido decirle la verdad.

Marilyn no podía creer lo que le estaba pasando, su vida estaba cambiando en un instante. Se había esforzado por ser una buena esposa y una buena madre. Once años de matrimonio estaban terminando en una charla de apenas unos minutos como si estuviesen hablando de cualquier cosa. ¡Dios!, ¿qué le diría a Pablo cuando preguntara por su papá?

Él no sabía que otra cosa decirle así que optó por lo más sencillo, irse. Antes de hacerlo miró por última vez a Marilyn que aún seguía sentada en la mesa del comedor, recordó lo mucho que la amó y lo feliz que lo hizo durante esos años. También dio un vistazo a toda la casa, aquella que había sido testigo de su gran amor hacia ella.

Salió y cerró la puerta.

Tal vez algún día Donde viven las historias. Descúbrelo ahora