Capítulo 2

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Las frescas gotitas de la fuente me salpican la espalda. Hace un calor insoportable, y ya me he empapado la cara varias veces con el agua de la fuente. No estoy nervioso, más bien busco desesperadamente alguna chispa en mi interior que se encienda al pensar en Marlyn, pero no encuentro nada.

Ahí la veo. Lleva un vestido azul que la hace ver bastante atractiva. Lleva el pelo oscuro suelto y en ligeras ondas. Sus ojos verdes me miran, y ella esboza una amplia sonrisa.
-Hola -saludo, con tranquilidad.
-¡Hola! -exclama, alegre-. Me alegro de que vinieras.
Inmediatamente se acerca y se pone de puntillas para darme un besito en la mejilla. Me produce una sensación extraña, solo mi madre me da besos, y por alguna razón no me gusta que me bese otra gente.
-Te veo muy bien -digo, intentando hacer caso de lo que dice mi hermana y ser más sociable.
-Gracias, tú también estás genial -dice, sin dejar de sonreír. Entonces la realidad me da un puñetazo en la cara: esto es una cita. Se me cae el alma a los pies: no me gusta Marlyn, no quiero estar aquí. Nace una enorme incomodidad en mí, y por alguna razón no quiero estar aquí, pero tampoco puedo dejarla tirada. Puede ser una buena amiga.

-Mira lo que me ha regalado mi madre hoy -dice Marlyn, enseñándome un collar de oro. Debe ser carísimo. El collar tiene una bolita de cristal rodeada por un anillo dorado.
-Vaya, es muy bonito -comento.
-¿Verdad que sí?
Entonces mis ojos ven algo por encima del hombro de Marlyn. Entre la multitud está Agnel, que tiene una sonrisa malévola y me guiña un ojo. Apenas consigo contener la risa. Mi primer impulso es salir de allí, así que decido hacerlo con normalidad.
-¿Te apetecen unos pastelitos de la panadería? -le ofrezco a Marlyn.
-No tengo dinero -responde, más seria.
-Bueno, demos un paseo por el mercado, dicen que el ambiente está animado por allí -invento.

Menos mal que Marlyn ha accedido a dar un paseo, me he quitado a Agnel de encima antes de que hiciese alguna de sus travesuras. Andamos por el caminito que lleva a la zona comercial, con trigo plantado a ambos lados. Marlyn parlotea alegremente y yo respondo a lo que dice de forma amable, intentando no ser cortante. Llegamos al mercado, y llevo a Marlyn a la panadería. El panadero nos saluda mientras le susurro a Marlyn al oído:
-Escoge lo que quieras, yo invito.
A ella se le ilumina la cara. Mi madre me dio algo de dinero para invitar a Marlyn a algo. "No seas tan frío, anda, y cómprale algo bonito a la pobre muchacha", me refunfuñó mi madre en broma.

Marlyn escoge unos pastelitos de chocolate que me hacen la boca agua con solo verlos. Le pago al panadero, que me hace un descuento.

-Ven, hay un lugar al que voy cuando estoy sola. Te gustará -dice Marlyn, tomándome de la mano con toda la naturalidad del mundo y llevándome, aumentando mi grado de incomodidad. No me suelta hasta que llegamos a un pequeño arroyo, rodeado de arbolitos escuálidos que proporcionan una sombra reconfortante. Estamos cerca del muro de piedra que rodea el Distrito 9. Es un lugar tranquilo, casi como si estuviésemos libres en la naturaleza. Apenas se oye el bullicio del centro. No puedo resistir el impulso y me tumbo en la hierba, mirando hacia arriba con la cabeza apoyada en las manos. Aunque queda bastante tiempo para la cosecha, no quiero que llegue nunca. Quiero quedarme aquí, en este pequeño rincón, donde se respira paz. Marlyn es una buena compañía, estoy muy a gusto con ella. La miro, y ella me sonríe. Yo le devuelvo la sonrisa.
-Un lugar precioso, ¿verdad?
-Sí... -respondo, tranquilamente.

Cierro los ojos para imaginar un mundo sin juegos, sin la opresión del Capitolio sobre los distritos, donde la gente sea libre y pueda vagar por el campo libremente, donde se puedan tener hijos sin miedo de que te los arrebaten y se los lleven a una muerte casi segura.

—Oye, Vance, hay una razón por la que quise reunirme contigo -dice Marlyn en tono calmado. "Oh, no", pienso-. Llevo meses fijándome en ti, y pareces muy buen chico, y quería poder decirte a la cara algo que es muy importante para mí -respira profundamente antes de continuar, durante un instante que parece eterno-. Necesito tu ayuda.

Los Juegos del Hambre: los KlaussDonde viven las historias. Descúbrelo ahora