22.- Anormales

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Hice una pompa con mi chicle de fresa.
-¿Os habéis dado cuenta -comenté llamando la atención de los demás que estaban esparcidos por toda la habitación - de que todos los personajes de esta historia que son animales con algo fuera de lo normal tienen nombres que empiezan por M?
-¿Enserio? -Teresa me miró extrañada.
Asentí.
-Marcelo -señalé al susodicho que dormía acurrucado en el hombro de Ángel -, un pollo gigoló que toca la guitarra y trabaja para la mafia. Mike -acaricié a la llama que dormía en el suelo junto a mis pies -, una llama ninja, gorda con cejas -señalé al chico que jugaba al Geometry Dash tirado en un sillón al otro lado de la sala -. Marco. Un mono atrapado en el cuerpo de un adolescente humano.
Ángel me apuntó con un dedo.
-Ese sí es un buen ejemplo.
-No entiendo todo ese odio que le tienes a Marco -comentó Chantal.
Lo pensé un momento.
-Tal vez es porque es rubio. No me caen los rubios idiotas.
Chantal se llevó las manos a la cabeza preocupada.
-Pero yo soy rubia.
-Ya, pero tú eres teñida.
-¡Soy rubia natural!
Estalló una gran carcajada colectiva en toda la sala. Hasta Marcelo se despertó para reírse del chiste.
Chantal se cruzó de brazos ofendida.
-Ay, Demolenko, por favor -dije limpiándome una lágrima.
-La llama, el pollo y el rubio estúpido no son los únicos anormales aquí -masculló la chica.

La vida antes de la marihuana  [LHDLM (alternativa)]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora