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¡Aaaaggg! Duele mucho, más de lo que esperaba. Chastity, Oona y Wallis, son las encargadas de limpiarme, depilarme, arreglarme las uñas y las cejas, cuidarme el pelo. Son lo que llaman mi equipo de preparación. Estoy en el Centro de Renovación, un edificio que está en el centro de la ciudad, donde nos prepararemos todos los tributos para la ceremonia inaugural de hoy, y también para las entrevistas del día antes de los juegos.

Lo que me duele es la irritación que siente mi piel cuando me sacan las matas de pelo de mi cuerpo desnudo. Al contrario que mis mentores, estos si se parecen bastante más a la gente del Capitolio, cosa que no me sorprende, ya que trabajan en la estética, y la estética es algo muy importante aquí. Van bien maquilladas, vestidas de varios colores por todo el cuerpo, con sombra de ojos, pintalabios, incluso tienen agujeros en la piel en algunas zonas, y Chastity y Wallis van tatuadas. Seguramente Oona también esté tatuada, pero al menos en la cara no tiene ningún tatuaje. Son bastante calladas, buenas trabajadoras, se concentran en su trabajo, solo hablan para ayudarse entre ellas y charlan más relajadamente cuando acaban su trabajo. Yo simplemente miro, sufro con el dolor y respondo a las pocas preguntas que me hacen, y escucho distraída sus consejos sobre belleza.

— ¡Aiiishhh! ¿Por qué tienen que quitarme el pelo de todas partes?—Pregunto, dolorida, en forma de reproche.

—Oh, muy graciosa.—Dice Wallis, y las tres se empiezan a tronchar, como si hubiese contado un chiste malo o como si no lo dijese en serio.

—Lo digo en serio.

—Cuestión de estética, aquí en el Capitolio, tenemos que estar guapas, perfectas. Y más si eres tributo de los juegos.—Explica Oona.

—Haremos todo lo posible para que seas la tributo perfecta—Me promete Chastity, cogiéndome de la mano, dramáticamente.

Sí, porque todo el mundo se fija en mis pestañas y en la longitud de mis cejas.—Suelto, sarcástica y bufando, aunque no le suelto la mano a Chastity porque, su¡¡curiosamente, me reconforta. Al menos se que mi equipo lo dará todo para que gane los juegos.

No tarda mucho más en darse cuenta de que tengo magulladuras en el costado. No son profundas, y aunque Wallis suelta un grito ahogado, Chastity y Oona están tranquilas, lo que me sirve para comprobar que Wallis es bastante histérica, porque esas magulladuras jamás me las verán si voy vestida en público, cosa que espero. Finalmente, lo resuelven poniéndome una crema, y me insisten en que pase a verlas todos los días para que me pongan la pomada, y así los cortes irán curándose. Me alegro de que no pregunten como me las he hecho.

Al cabo de un par de horas, dejan mi piel totalmente pulida, exceptuando la zona afectada por los cortes producidos en El Agujero. Me siento como un pollo desplumado. Me han quitado el vello de mi cuerpo, me han arreglado las "imperfecciones" y me han cortado y arreglado las uñas y las cejas. También me han lavado el pelo al menos tres veces, con jabones espumosos y suaves.

Después me quedo sola en la habitación, sobre una cama, y me pongo una bata, porque me siento observada, y tampoco quiero que mi estilista entre y me vea desnuda. Sí, mi equipo de preparación ha acabado su trabajo, y han ido a llamar a Crais, mi estilista. Por lo que tengo entendido, los tributos van vestidos de algo que represente a su distrito. Tal vez acabe disfrazada como un pez. Espero que no, porque no daría buena imagen a los patrocinadores y en general, a todo Panem. 

Mi estilista no tarda mucho en llegar. No tiene pelo, lleva un tatuaje en su calva, pero no lleva sombra de ojos ni pintalabios. Es joven, no tiene arrugas, su cara es perfecta, ojos oscuros. Para ser del Capitolio, no está mal, aunque su tatuaje en la cabeza lo estropea, porque me resulta horrible. Se acerca a mí con paso firme y saluda:

Los Juegos del Hambre: El OrigenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora