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Este será el hogar de todos los tributos hasta que empiecen los juegos. Es una torre colocada al lado del Centro de Entrenamiento. Cada distrito tiene una planta entera. Ahora mismo acabamos de bajarnos del ascensor que sube y lleva a nuestro nivel. Nunca me había montado en un ascensor. Como es de cristal, pues me da un poco de vértigo. Esta habitación no tiene nada que envidiar a la del tren. Lujosa, como no. Una cama gigantesca, muy cómoda y con sábanas de seda. Una ventana inmensa que cubre una pared entera, desde la que puedo ver toda la ciudad. Un vestidor enorme, con ropa de todo tipo y color en el ropero. Un baño igual de complicado que el del tren. Siento alivio cuando veo que el vestido que llevé a la cosecha está encima de mi cama. También mis zapatos, y el collar de Riden. Sí, antes de que me esquilmara mi equipo de preparación, le pedí a Wallis que me trajese el colgante a la habitación. Agradezco que no se haya olvidado de traérmelo. Apenas tengo tiempo para ducharme y vestirme, cuando Chelsea toca a mi puerta. Es hora de cenar. Me visto con ropa muy cómoda y simple, ropa que bien podría ser un pijama, y no me molesto en hacerme una coleta, así que voy con el pelo suelto. No me siento incómoda con ropa tan casera porque, al fin y al cabo, este equipo, Zayad, Doster, Carena, Chelsea, Crais y Midem serán como mi familia hasta que me suelten en la arena.

Me dirijo hacia el comedor. Allí me esperan Carena, Doster, Crais y Midem, y un buen banquete encima de la mesa. Nada más entrar a la sala se me hace la boca agua. Hay todo tipo de exquisiteces. Huevos fritos con tocineta, asopado de mariscos, fajitas de pollo en salsa picante, costillas de cerdo, albóndigas de carne en salsa de tomate, y una docena de platos más que no conozco. Después del día de hoy, tengo bastante hambre, así que no me corto a la hora de comer. Me pillo unos cuatro platos diferentes, y un refresco de frambuesa delicioso. Al rato llega Zayad y se nos une a la cena. Todos estamos concentrados comiendo, pero Zayad hace preguntas de vez en cuando:

—¿Mañana qué toca?

—Mañana empiezan los entrenamientos.—Responde Carena—. ¿Cuáles son vuestros puntos fuertes?

Durante un momento Zayad y yo nos miramos, porque no tenemos respuesta a la pregunta. ¿Cuál es mi punto fuerte? ¿Y el de Zayad? No lo había pensado. Está claro que Zayad es un manitas, que puede reparar cualquier cosa, pero no creo que le sirva de mucho en la arena. Tal vez aprenda a hacer trampas. Yo... lo que mejor se me da es negociar, bueno, y buscar cosas en el vertedero. No obstante, está claro que, en ciertas cosas, estamos por encima del resto. Por ejemplo, puede que en el Distrito 4 Zayad y yo no destaquemos haciendo nudos, pero aquí probablemente seamos los únicos tributos que sepan hacer nudos. Pensándolo bien, supongo que cada tributo tendrá alguna ventaja sobre ciertas cosas. Como Carena no obtiene espuesta, tiene que intervenir Doster, porque Zayad y yo nos encogemos de hombros.

Sabéis pescar. ¿No? Sabéis hacer nudos, utilizar el tridente. Todo esto os puede servir en la arena. No os subestiméis.

Zayad es habilidoso con las manos.—Me animo a decir. Las palabras de Doster me han  alentado. Es cierto, sabemos hacer esas cosas y alguna seguramente acabe siendo útil en la arena—. Y yo... soy observadora, supongo. Además sabemos hacer todas esas cosas que mencionaste. Y somos bastante buenos huyendo...—Me avergüenza un poco decirlo, pero es cierto. Durante la rebelión, Zayad, yo y Delanies no podíamos mantenernos solo reparando cosas. Durante los Días Oscuros, el Distrito 4 estaba un poco alocado. No había casi ningún agente de la paz. Todo era un desmadre, los levantamientos que hubo en nuestro distrito fueron efectivos, y conseguimos hacernos con el poder, lo que no sirvió de mucho cuando el Distrito 13 desapareció. Entonces, íbamos a la lonja. Esos días la lonja estaba repleta de gente, y muy ajetreada, y nosotros aprovechábamos para robar cualquier cosa. Comida, carteras, mochilas... Muchas veces pasábamos desapercibidos ante nuestras víctimas, pero, a veces nos pillaban y realizaban persecuciones por el distrito, y nosotros huíamos. No es algo de lo que me sienta orgullosa, pero no podíamos seguir adelante de otra forma. Cuando la revolución fracasó, el Capitolio volvió a gobernar sobre todos los distritos, y por tanto, todo se llenó de agentes de la paz de nuevo, incluso llegaron más agentes de los que había previamente a los Días Oscuros. Ahí fue cuando se acabó nuestra época de ladronzuelos.

Los Juegos del Hambre: El OrigenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora