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Los tacones resonaban por el largo pasillo oscuro. Los internados en esa lúgubre institución comenzaban a asomar la cabeza por los barrotes y los cristales, solo para ver a esa mujer pelirroja que cargaba con aires de grandeza.

Ella tenía todo el derecho de sentirse grande, no sólo había terminado su carrera un año antes, también le habían asignado a un paciente muy importante en su primer empleo. Ella estaba felíz, y muy emocionada; su humor no encajaba con el ambiente de ese internado.

- Señorita Stevens -alguien llama la atención de la mujer haciéndola girar- Buenos días.

- Buenos días señor -ella sonreía con entusiasmo.

- Sigame, la llevaré con nuestro invitado especial -la chica sonrió más y camino tras el señor.

Ella no decía nada, pero, no era necesario que lo hiciera, el señor sabía de ella lo que tenía que saber.

Ella llegó a ver varias personas a través de los barrotes y cristales que parecian totalmente extrañados de verla caminar, pero, ella no sabía que la incertidumbre no se debía a su presencia, se debía a que la guiaban a el pasillo más lejano y aislado donde al fondo se encontraba la habitación más protegida desde la que se escuchaban risas de locura.

La señorita Scarlett Stevens estaba por conocer al mismisimo Jeff The Killer.

Manicomio LIBRO #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora