Manicomio LIBRO #1

03

Scarlett trataba de relajarse, sentía como si su cuerpo pesara y sus pies no pudieran soportarlo. Después de haber terminado los estudios de Jeff, fue a su casa, pero, no pudo dormir en toda la noche por culpa de sus pensamientos y dudas respecto a la boda.

Se veía horrible. Su cabello rojizo estaba enmarañado, sus ojos tenían unas ojeras enormes y sus labios estaban partidos. Además ya era tarde, así que se arreglo lo más que pudo y fue a su trabajo.

Jeff estaba dormido, -según lo que pensaba Scarlett- era confuso pues sus ojos no se cerraban. Scarlett no tenía tiempo para eso, se acerco a Jeff, el cual permanecía inmóvil y amarrado a una silla.

Estirando un poco sus delgados y temblorosos dedos, la doctora se aproximo a tocar el hombro del psicópata; antes de que pudiera hacerlo Jeff hablo.

- ¿Qué planea señorita Scarlett? -Jeff hablaba con picardía- no tienes que esperar a que yo duerma para poder tocarme. Sabe que con gusto podría dejarle hacer lo que quiera conmigo y con mi cuerpo.

Scarlett se retiro en seguida y se sentó frente a el en una silla de metal.

- ¿Ya te administraron tus medicamentos? -dijo la doctora como sin nada.

- Nop -hablo Jeff con un tono juguetón- Les dije que solo tu puedes tocarme e inyectarme y que si alguien más trataba de hacerlo, lo mato.

Scarlett se puso de pie y salió del lugar.

Jeff reía hasta que Scarlett regreso con la cara pálida y los ojos rojos, además de que llevaba medicinas y jeringas.

- Bueno, mi hermosa doncella, ahora que te aseguraste de que lo que digo es cierto -Jeff hizo una pequeña pausa dedicándole una mirada penetrante- continuemos.

Scarlett preparaba las jeringas con algo de miedo, luego solo le inyecto los medicamentos en el brazo y le dio a beber otros.

Después de unas horas Jeff comenzaba a sentirse algo adormilado y de pronto hablo con extrañeza.

- Scarlett, háblame, no escucho nada -su voz tembló un poco al decir eso.

- Hablarte, pues ya te hablo y ¿qué? -respondió confundida y Jeff parecía exaltado.

- Bien, te escucho. No estoy sordo -Suspiro- pero ya no las escucho.

- ¿Qué es lo que no escuchas?.

- Las voces -respondió con simpleza- Quizá estén dormidas. Es raro, pero a veces duermen.

Scarlett escribió todo lo que Jeff le decía, ella estaba muy sorprendida pues el que su paciente dejara de escuchar "voces", era una clara señal de que los medicamentos funcionaban.

- Scarlett -Jeff la saco de sus pensamientos- hoy no te veías muy bien, parecías cansada, pero -reflexiono un poco antes de seguir y soltando un suspiro continuo- luego de que te dijera que las voces están dormidas, pareces más animada. ¿Por qué?.

La mujer se estremeció un poco, la voz de Jeff era varonil e irresistible, pero esta vez cargaba un tono de duda. ¿Jeff entenderá que esta enfermo?, pues claro que no; Scarlett sabía eso y por ese motivo decidió no contestar su pregunta, solo dijo cosas sin sentido y terminó diciendo un: "olvídalo".

Jeff the Killer era psicótico, pero, no era tonto y sabía que Scarlett no quería decirle nada, pero, fingió que no le interesaba y volvió a su actitud perversa y burlona de siempre.

- Mi querida Scarlett, ¿podría darme la espalda? -Scarlett le miro con confusión- Si, es que en realidad, ese pantalon ajustado que llevas puesto se te ve realmente bien y estoy seguro que sin el, te verías mucho mejor.

Ese era Jeff el que tenía que acosar a Scarlett al menos una vez.

El día terminó, Scarlett volvió a su casa y se recostó con una gran sonrisa. Su tratamiento funcionaba y claro eso era algo extraordinario considerando su paciente.