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Después de responder el mensaje que desequilibró mis emociones, un malestar invadió mi ser  porque pensé que me odiarías, tal vez por parecerte una acosadora, fastidiosa o algo por el estilo.

La verdad es que me conozco y sabía que podría llegar a ser fastidiosa y probablemente lo fui. Pero ese no era el punto, la cosa estaba en que quizás nunca debí enviarte nada... ni siquiera un hola.

Pasaron unos minutos antes de  recibir disculpas de tu parte... ese día mi mente no me dejó tranquila. Me sentí culpable por arruinarlo.

¡Qué tontería fue haberme culpado por algo sin sentido!

 Sin embargo, el compungimiento que sentía se esfumó, justo antes de que un sueño profundo me abrazara. En ese instante recibí un mensaje tuyo, en cual me deseabas que tuviese una linda noche.

Ese mensaje, ¿fue verdad o yo ya me encontraba soñando?

La cordura me traicionó en aquella ocasión, abandonó mi cuerpo y la alegría nubló mi razón, haciendo que mi corazón latiera desbocado.

El leer tu nombre en esa pequeña pantalla hizo que mi rostro se iluminara, no solo por el brillo del móvil, sino por la enorme sonrisa que se dibujó en mis labios...

¿Eso fue el inicio de nuestra historia?

Lo Que No Me Atreví A DecirteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora