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Los días transcurrieron y por las apariencias, deduje que empezábamos a ser amigos.

¿Acaso los amigos son los que más te hieren?

Nuestra relación carente de nombre me llenó de alegría, nuestra comunicación era bastante fluida, hablábamos de todo y nada a la vez y, cuando releí los mensajes que un día nos escribimos, me reí por lo cursi y felices que parecíamos.

¡Qué locura! En verdad me llenabas de alegría.

El día de mi cumpleaños número 19 llegó y yo no sabía que tú asistirías a la fiesta sorpresa que me habían organizado. El verte ese día ocasionó que mi cuerpo reaccionara de una forma desconocida para mí. Cada vez que mis ojos te miraron mi corazón se aceleró brutalmente y un arrebato, por abrazarte y nunca soltarte, se adueñó de mí. En ese momento no entendí la razón de mis enloquecedoras emociones; poco después lo comprendí.

Ese día me pregunté: ¿podríamos cultivar una hermosa amistad?

¡Negativo, lo que yo sentí no podría llamarse amistad!

Lo Que No Me Atreví A DecirteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora