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Recuerdo la infinidad de veces que salimos juntos, ya sea por un café, al cine, a la playa, a disfrutar de una hermosa mañana en un parque, a desayunar o almorzar, etcétera. Tal vez para ti, cada momento haya resultado insignificante, pero para mí cada uno fue muy especial.

Sin embargo, a pesar de haber vivido tantos bellos momentos a tu lado, llegó la hora en la que tuvimos que aclarar lo "nuestro".

Tú fuiste el primero en clavarme la duda. Sin embargo, siendo sincera, la incertidumbre siempre la llevé dentro.

Recuerdo con exactitud, el día que me bombardeaste de preguntas, finalizando con un "no te quiero lastimar".

Tú no entendías la razón por la que yo seguía saliendo contigo, sabiendo que pude haber tenido problemas con mi familia.

¡Claro que los pude haber tenido! Rompí muchas reglas en casa.

Antes de responder a tus cuestiones, yo solo te pregunte sí en realidad querías saber toda la verdad (aunque eso implicaba revelar mis sentimientos por ti). Para mi desgracia tu respuesta fue afirmativa y por cierta razón presentí que algo andaba mal.

Yo no pude darte una respuesta inmediata y antes de ello, en mi mente me preguntaba qué podría pasar sí te confesaba lo que sentía. El miedo a perderte me carcomía por dentro.

¿Cómo podría perderte sí tal vez nunca te tuve?

Lo Que No Me Atreví A DecirteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora