f o u r

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Entramos a la casa, estaba llenísima de gente. Pobre de la persona que le tocaba limpiar el desastre. Culpa suya.

Ya estaba relajada, pero aún no del todo. No paraba de ponerme nerviosa al pensar que Kendall me podría dejar sola.

—Aurore, ven te voy a presentar a alguien —rodé los ojos. Sería uno de sus novios—. ¡Hola! —gritó. Busqué a la persona con la que conversaba y pude ver a un chico de nuestra edad.

—Sabía que no me ibas a fallar —le guiñó un ojo. Sus ojos se dirigieron hacia mi—. ¿Quién es ella?

—Mi mejor amiga, Aurore —me empujó para que me presentara.

—Aurore, Aurore. Muy bonito nombre —sonreí timidamente—. ¿Queréis tomar algo? —Kendall asintió y me agarró de nuevo sel brazo.

—Dos vodka —pidió el chico sin nombre, él si que se debería de presentar—, ¿y tú?

—Una Coca Co... —los gritos de las chicas me interrumpieron. Los tres fruncimos el ceño y miramos hacia la puerta. Al verlo todas las escenas volvieron a mi mente—. Un vodka también —mi mejor amiga me miró sorprendida—. Quiero divertirme, para eso me llevaste a una fiesta.

Él podría estar ahí entre esas personas. Pero yo prometí olvidarme de él y ese sería mi plan.

Miré el vasito que tenía entre las manos y sin pensarlo me lo trague enseguida. Demonios, ardía demasiado.

—¿Estas bien? —asentí sonriéndole.

—Vamos a bailar —sin esperarla caminé hacia la pista de baile. Moví las caderas y bailé como si el mundo acabara. Miré mi alrededor y pude ver que ya no estaba el chico sin nombre. Igual no me importaba.

. . .

Lucka:

Con asombro observé la escena con asombro. Aurore bailaba en una mesa y había que admitirlo, estaba malditamente caliente. Después de su declaración fui un estupido, el mayor de todos.

—¿Os puedo contar un chiste? —todos los chicos asintieron con atención. No los podía culpar, con el baile que hacía despertaba a todos los amigos del barrio—. Me he enamorado de un chico ga... —cuando me di cuenta de lo que iba a soltar la cargué como un saco de patatas. Si le decía a todos mi secreto sería la burla de todo el instituto—. Oye, ¿qué haces? Estaba contando un chiste —después me dio una nalgada. Esta chica me volvería loco—. Vaya vaya, tienes el mismo sexy culo que el chico que me gusta.

—Mejor cállate —dije ya frustrado. Maldije al recordar que solo había ido en pie a esta fiesta.

—Oye, ¿me ayudas? Este tanga me incomoda mucha. ¡Quiero vomitar! —la dejé al suelo, al ver que ella empezó a correr la seguí—. ¡Yey esto si que es vida! Él se puede ir a la caquita de mi vátee —empecé a reirme por la estupidez que acababa de decir. Ver a Aurore borracha causaba mucha gracia—. ¿Papi, me llevas? —se acercó a mi. La agarré y la llevé entre mis brazos como un bebé.

. . .

—Aurore ya hemos llegado a tu casa —la desperté. Ella abrió los ojos y sonrió.

—¿Hemos llegado ya al paraíso? —preguntó como una niña pequeña, rodé los ojos riéndome.

—¿Dónde están tus llaves? —busqué entre su bolso.

—Kendall me las ha robado, porque dijo que me escaparía de esa fiesta. Que equivocada está, ¡esa fiesta es boom! —sus padres no estaban en casa y su mejor amiga aún seguía en la fiesta. Solo me quedaba una opción.

Por suerte mi casa estaba en frente de la suya, crucé la calle y caminé hasta llegar a la puerta.

La acosté a la cama y suspiré. Me daba mucha pena, ella estaba enamorada de mí y yo no la podía corresponder.

Quité su ropa, menos la interior. Tenía los ojos cerrados, ya que no quería faltarla al respeto. La vestí con una de mis camisetas. Por último le di un beso en la frente y me acosté junto a ella.

—Quiero que Lucka sea así de cariñoso conmigo... —dijo cuando ya estaba cayendo en un profundo sueño.

. . .

Aurore:

Desperté con un gran dolor en la cabeza. Observé mi alrededor y al notar que no estaba en mi cuarto comencé a alterarme. Noté como alguien se movía a mi lado.

¿Ahora que has hecho Aurore?

Maldije en voz baja, tenía mucho miedo. Pensar que había perdido mi virgnidad con un desconocido me frustraba.

—Aurore no te muevas tanto —fruncí el ceño al escuchar esa voz. Oh santa mierda.

—¿Lucka? —pregunté con timidez. Se giró y pude observar su rostro. Al menos no era un desconocido—. ¿Qué hago aqui?

—Lo más normal del mundo. Ayer estabas borracha y casi le cuentas a medio Instituto mi secreto —me sonrojé y me prometí algo más, no beber nunca más—. Aurore, no mal pienses. Después de lo que te dije, ¿lo harás?

—No he mal pensado, solo que me duele la cabeza.

—Quédate aquí te voy a traer una pastilla para que se te pase —se levantó y me di cuenta que solo estaba en calzoncillos.

Busqué por algún lado mi ropa, hasta que puder encontrarlos en el suelo. Agarré mis prendas de ropa y me metí en el baño. Como siempre, me veía horrenda. Con el agua intenté quitarme el maquillaje y me vestí. Cuando acabé salí del baño avergonzada.

—Aquí tienes —me dio la pastillo junto con un vaso de agua.

—Gracias por todo —agaché la cabeza para intentar ocultar mi sonrojo.

—No pasa nada, igual te debo más. Por si te interesa, nos hemos saltado una clase. Pero tenemos tiempo suficiente para ir a la segunda —abrí los ojos como platos, se me había olvidado completamente el Instituto.

—Mierda —dije en un susurro—, ¡ya me voy! ¡gracias de nuevo! —salí del cuarto rápidamente.

—¡Nos vemos Aurore!

Ahora solo tenía dos cosas en mente; no llegar tarde a la siguiente clase y matar a Kendall.

¿No eres gay, verdad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora