Desperté por el sonido de alguien llamándome. Agarré el movil y el nombre de Kendall apareció en la pantalla.
—¡HOLA AURORE! —gritó, algo típico de ella.
—Hola Keda —intenté disimular mi voz ronca por tanto llorar. Ya que algunas veces mi mejor amiga podía ser una adivina de primera.
—¿Qué ha pasado Aurore? —dijo con seriedad—. Da igual, dentro de cinco minutos estoy ahí y me contarás todo —colgó, abrí los ojos al darme cuenta que tendría que contarle toda la historia entera. Aunque no puedo, ya que le prometí a Lucka que no se lo diría a nadie. Sería algo complicado ya que Kendall es mi mejor amiga. Esto se estaba complicando más de lo normal.
Me levanté al escuchar el timbre. Suspiré intentando buscar palabras adecuadas por lo ocurrido. Al abrir la puerta noté los finos brazos de mi mejor amiga rodeándome.
—¿Qué ha pasado? Perdona por no ir estos dias al Instituto. Ya sabes, la gripe de mier... digo de miércoles —se separó y me miró fijamente—. Ahora en serio, dime que te pasa. Se nota en tus ojos que has llorado —agaché la cabeza avergonzada y me hice a un lado para que pudiera pasar.
—No ha pasado nada, lo de siempre mis padres y todo eso —me encogí de hombros.
—También quiero saber ese "todo eso" —se cruzó de hombros. ¿Ahora que le diría? Sería mucho más fácil si ella no preguntaba. La miré y sonreí, estaba agradecida de tenerla. Ella siempre estuvo en mis malos y buenos momentos, me hacía reír hasta no poder más y siempre me hacía compañía. Era mi familia, la familia que no tengo.
Conocí a esta rubia teñida de ojos mieles cuando teníamos solo siete años. Había empezado la primaria, esperaba tener muchos amigos pero nadie se acercaba a mí. Un día llegó Kendall, que a primera vista parecía una niña tímida. Aunque era lo contrario, gritaba más que una foca pariendo.
—¿Te acuerdas cuando te dije que iba a confesarle a Lucka mis sentimientos? —asintió, compriendiendo todo.
—Perdón Aurore —me abrazó—. No llores por ese idiota, no merece la pena. Hay más chicos guapos en este mundo. Como esta rubia... —la interrumpí.
—Yo diría rubia teñida —solté una carcajada.
—No soy rubia teñida. ¿Cuántas veces te lo tengo que explicar? Cuando era prquela tenía un rubio oscuro que parecía casi castaño. No me gustaba el color y me teñí de rubio muy claro —rodé los ojos.
—Rubio muy claro —me miró mal.
—¡Deja de corregirme! —gritó, a lo que reímos las dos. Ahora me sentía mucho mejor y era por ella—. Como decía, nos vamos de fiesta —dejé de reír y la miré con los ojos abiertos.
—¡No fiestas! Te dejare ver todas las películas y series donde salga Dylan O'brien pero por favoe no me obliques ir a esa fiesta —se lo pensó por unos segundos, pero después sacudió su cabeza. Pensé que funcionaría.
—¡Si fiestas! —aplaudió como una niña pequeña—. Ahora te duchas, como no lo hagas verás. Sabes que soy capaz de agarrarte de los pelos para arrastrarte —en mi mente le estaba lanzando cuchillos y alguna que otra bala. Sonrió victoriosa al verme acceder. Odiaba las fiestas en las que ella me obligaba ir. Primero estaba conmigo, después se emborrachaba y la perdía de vista.
Me metí a la ducha nerviosa. Sería una larga noche.
. . .
—Deja de quejarte, has quedado preciosa —me miré de nuevo en el espejo. Tampoco estaba tan mal, me gustaba aunque no fuera de mi estilo—. Ya no pareces la princesa Aurora morena —gruñí, odiaba que me llamaran Aurora como la princesa.
—Te odio
—Sé que me amas —me abrazó, pero no le correspondí—. ¡No te enfades! ¿Qué prefirías, ese vestido o lo que llevas puesto? —eligiría mil veces lo que tenía puesto. Unos pitillos negros, una camiseta negra basica, una chaqueta de cuero y mis vans blancas. La otra opción era un vestido rosa apretado corto.
Kendall llevaba puesta un vestido azul de encaje blanco. Me sorprendía que estuviera vestida de esa manera. Se esperaría mas que se vistiera con algo mas apretado y corto. Pero estaba hermosa.
—¡Ahora si! —empezó a saltar emocionada—. Ya me he maquillado mientras que te duchabas. Así que ahora te toca a ti —esta mujer ya se estaba aprovechando demasiado. Esa idea ya no me gustaba en absoluto.
—Mira, rubia teñida me has obligado ir a esa fiesta, elegir la ropa y ¿ahora maquillaje? —me levanté de la silla. Pero ella me empujó para que volviera a mi sitio.
—Será algo sencillo, te lo prometo —asentí sin tener ninguna salida. Maldita rubia teñida.
Esperé unos minutos hasta que Kendall me dejó mirarme al espejo. Abrí los ojos sorprendida, estaba completamente diferente. Yo nunca me había maquillado. Me sentía guapa, me sentía bien conmigo misma. Nunca me había sentido fea ni inferior a otras chicas, porque lo importante era aceptarme a mí. Mi pelo castaño caían en hondas y mis ojos verdes resaltaban por el maquillaje.
—¡Vámonos! ¡Qué la fiesta ya esta comenzando! —miré la hora y eran las nueve de la noche. ¿Empezar? A esa hora estoy viendo Bob Esponja en la tele. Me agarró del brazo.
Suspiré y pensé en algo positivo—. ¿Irse de fiesta de vez en cuando esta bien, no? —susurré.
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¿No eres gay, verdad?
Novela Juvenil-Eres un mentiroso, no se como has podido. Estaba enamorada de ti y tú te aprovechaste para humillarme. Confié en ti, acepté lo que eras aunque todo fuera una repugnante mentira. Acepté tu rechazo, intenté rehacer mi vida pero tú aún seguías persigu...