—Hola —dijo nervioso. ¿Qué hacía él aquí?—, venía para preguntarte si querías venir a mi casa, he pedido pizza y tu favorita. Así aprovechamos para hacer el proyecto —empecé a reírme como una loca.
—Lo siento, me parece muy gracioso porque yo también he pedido pizza —juntos reímos a carcajadas, pero después de unos minutos todo quedó en silencio. Él no se movió, ni un centímetro, como si no se quisiera ir—. Si quieres puedes traer tu pizza y comemos juntos. Por el proyecto, claro.
Elevó las comisuras de sus labios formando una gran sonrisa, una de las mejores que he visto. Aunque todas sus sonrisas me encantaban, me enloquecían. Quise reír de nuevo por las tonterías que pasaban por mi cabeza. Después de unos minutos pude verlo en mi puerta junto con una pizza entre sus manos. Espero no arrepentirme de la desición que he tomado.
—¡Lucka, no robes! ¡Era mi porción de pizza, tramposo! —recibió un golpe suave en su brazo. Debía de admitirlo, me estaba divirtiendo junto a él.
—¿Y tu qué? ¡Te has comido la mitad de mi pizza! —me señaló y era verdad, pero esta discusión no nos llevaba a nada.
—¿Por qué estamos discutiendo? Si es del mismo sabor —reímos al darnos cuenta, aunque toda la tarde solo fueron risas y más risas.
—¿Hacemos el proyecto?
—¡Oh dios mio! ¡Voy a morirme! El más rebelde y chulo del instituto queriendo hacer un proyecto, que interesante... —rodó los ojos.
—No es por querer hacerlo, pero estoy suspendiendo y quiero graduarme.
—Está bien, recogemos esto y nos ponemos en marcha —asintió, yo lavaba los platos y él los secaba.
—Tu cuarto ha cambiado bastante —bastante, las paredes ya no eran moradas, sino azules. Ahora en vez de tener pósters de cualquier tontería; de un cantante o una celebridad, ahora tenía fotos junto a mi familia o de Kendall.
—Cúpido, ¿verdad? —susurré.
—Exacto, un bebé con pañales que es histórico. Que te parece si yo busco información y tú la escribes —me puse de acuerdo con él y comenzamos con el aburrido proyecto.
—¿Aurore me estás escuchando? —quité la vista del lápiz y lo miré.
—Lo siento, estaba distraída.
—¿Qué pasa? —preguntó, negué. No iba a perder mi dignidad por la pregunta absurda que iba ha hacer.
—Nada importante, sigamos con el proyecto —intenté convencerlo, pero este siguió quieto.
—No, ahora me lo dices.
—Está bien. Yo solo estaba pensando en como podías llegar a ser, lo que eres cuando eres el más popular por ser un mujeriego —bajé la mirada avergonzada, esperando que el enfado llegara a él.
—¿Era eso? Me había enterado hace meses, no había estado con ninguna chica más desde hace tiempo y para seguir con mi reputación les decía que me había tirado a una. Desde pequeño he sentido una pequeña atracción hacia los chicos, pero lo confirmé el día en el que sin querer hacerlo besé a un chico. Me sentí bien, mejor que estar con una chica —observé sus ojos con atención, buscando una señal de mentira. Pero no había ninguna.
—Lo siento —intenté sonreír.
—No pasa nada. Ya hemos acabado el proyecto aunque no te hayas enterado, ¿podemos hacer algo más?
—No se me ocurre nada —después de unos minutos de silencio, se me ocurrió algo—, ¿qué tal si miramos mis fotos de cuando era pequeña? —asintió emocionado. Agarré el cajón que había debajo de mi cama, limpié el polvo que había en la tapa y lo abrí.
—Esto será interesante.
—¿Podrías parar de reírte por favor? —frustrada dije. Desde hace horas que no paraba de burlarse de aquella foto insignificante o bueno, no tanto.
—Es que, es muy buena esta foto. Tú con cara de niña buena y la pobre niña llorando en el suelo. ¿Qué le has hecho para que se pusiera así? —observé la imagen y sonreí recordando el recuerdo.
—¿Tan mala me ves para culparme de ser parte de su tristeza? —elevó una de sus cejas, indignado—. Está bien, está bien. Era mi vecina, teníamos solo ¿unos cuatro años? Jugábamos en su patio a las muñecas, pero ella no paraba de hablarme sobre tonterías que a mi no me interesaban. Cansada le dije que Peppa Pig no existía y que me la había comida con Ketchup. Después, que Santa Claus no existía tampoco. Empezó a llorar como una desquiciada, llegó su mamá y sin importar que su pequeña vecina hubiera arruinado la infancia de su hija, simplemente nos hizo esta grandiosa foto.
—Muy cautivadora tu historia —dijo secando las lágrimas que había soltado por semejantes carcajadas—, ¿qué hora es? —dirigí mi vista hacia el reloj que reposaba en la mesita de noche.
—Las siete —nos levantamos preparados para la despedida.
—Ha sido una grandiosa tarde junto a ti, aunque debo irme ya que dentro de unas horas mis padres llegarán —asentí, bajamos poco a poco las escaleras hasta llegar a la puerta principal.
—Yo también me he divertido bastante —abrí la puerta y me hice a un lado.
—Adiós Aurore, espero que un día me puedas perdonar sinceramente —después de soltar aquellas palabras, corrió rumbo hacia su casa. Dejándome con las palabras en la boca.
No había estado nada mal.
![](https://img.wattpad.com/cover/80090281-288-k309405.jpg)
ESTÁS LEYENDO
¿No eres gay, verdad?
Ficção Adolescente-Eres un mentiroso, no se como has podido. Estaba enamorada de ti y tú te aprovechaste para humillarme. Confié en ti, acepté lo que eras aunque todo fuera una repugnante mentira. Acepté tu rechazo, intenté rehacer mi vida pero tú aún seguías persigu...