Sueños

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Buenas noches queridos lectores...

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The Truth Behind The Mask

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CAPÍTULO 7:

Sueños.

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Corría tan rápido como le era posible pero aun así sus pies parecían no avanzar por aquel largo pasillo cubierto de niebla. Siguió avanzando, moviéndose siempre hacia el frente y una figura apareció finalmente ante sus ojos. Se acercó entrecerrando los ojos, intentando enfocarse en aquel particular punto.

―¿Ladybug... eres tú? ―Preguntó acercándose más.

―¿Por qué lo hiciste? ―Nathalie retrocedió al ver el rostro empapado de la heroína―. ¿Por qué, Papillon?

―Yo no... yo no hice nada...

―Debiste haber hecho caso a Ladybug... ―las palabras de Chat Noir llegaron a sus oídos y retrocedió un paso más―. Si lo hubieras hecho... Paon no estuviese... ¡Paon no se encontraría luchando por su vida de no ser por tu culpa!

―Pero, Chat Noir... yo no...

―No la culpen... ―susurró la rubia que yacía tendida en el suelo, entre el gato y la mariquita―. Ella no tiene la culpa... no es su culpa... ¿o lo es...?

―Paon...

―Claro que lo es... sigue culpándote y muere con tu culpa... miserable Papillon... no volveré a ver a mi hijo, no volveré a ver a mis seres queridos por tu culpa. ¡Debiste morir tú!

―¡No! ―Su piel sudaba cuando abrió los ojos―. Fue una pesadilla ―susurró sujetando su cabeza con ambas manos―. Odio estos malditos sueños.

Se levantó de la cama y recorrió aquella gigantesca casa en silencio, en total soledad.

Un silencio sepulcral se hacía palpable en los desolados pasillos de aquella mansión. La oscuridad envolvía cada rincón y cada habitación. Ni siquiera por las ventanas entraba demasiada luz, solo la suficiente para crear las sombras de las ventanas contra el suelo y algunas ramas de los árboles. Era en cierto modo tenebroso.

Llegó a su destino. Atravesó las puertas del despacho de Gabriel Agreste en silencio y se detuvo de pie frente al gran retrato que yacía tras su escritorio. Era magnifico, llamativo, colorido... vivo. Parecía cubrir a la rubia en oro puro, tan puro como su cabello y los sentimientos que le había conocido.

¿Sentirse culpable? Siempre lo había hecho, cada instante desde aquel momento. Desde el día en que su equipo se disolvió, desde el día que siendo la única cuya identidad seguía siendo un misterio huyó tan lejos como pudo y se escondió del mundo entero. Dejó el resto en manos de Nathalie. No volverían a saber más de Papillon y ahora se arrepentía. Se arrepentía de haber arrojado el prendedor sin siquiera pensar en Nuroo. De seguro la odiaba y si lo hacía, lo entendía.

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