The Queen ━━ Elijah Mikaelson [1]

xiii. Speaking of True

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capítulo xiii. hablando de la verdad

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Hayley se perdió en sus pensamientos mientras observaba la roca chocar contra el agua un par de veces, cuando se hundió tomó un puñado de piedras desde el suelo y comenzó a jugar con ellas. La noche fue pesada y cuando el día amaneció, Hayley sintió ahogarse.

Había llegado lejos. Pasar la noche recibiendo todo tipo de información, las gracias por parte de miembros de la manada le hizo un hueco en el pecho; le fue imposible no pensar en huir del lugar: correr tan lejos que el pasado no la alcanzará, pero estaba equivocada. Tan latente y presente, el pasado llega y te arrastra, con sus errores, dichas y secretos. El pasado atrape y no suelta.

Soltó las piedras y miró su mano izquierda. El anillo de la madre de Jackson combinaba a la perfección con su tono oliva de piel. La exaltaba y le hacía pensar que consiguió algo que jamás pensó tener: Una familia y el amor que trae consigo.

—Estaba preocupado porque te escaparás en la noche —la voz grave de su prometido le hizo girar. Jackson la recibió con una cálida sonrisa, siempre lo hacía—. Cuando no te vi en la casa, me asuste.

—Solo estaba aquí pensando —masculló, incapaz de corresponder su sonrisa o la felicidad reflejada en sus ojos cada que hablaba con ella. Luego de un par de segundos, se decidió a hablar—. Sé que se supone que debo decirte los más grandes secretos de mi vida pero no puedo —le miró—. Ni siquiera puedo decirte porque no puedo decirte.

— ¿Realmente crees que el secreto puede ser tan malo?

—No es seguro que lo sepas.

—Pero Andrea lo sabe —apunta él, con la voz aterciopelada.

—Bueno —no mantenía la mirada fija para cuando el nombre de la reina salió—, tienes que creerme cuando te digo que nadie tenía la intención de decírselo. Ella solo lo sabe.

Jackson avanzó y llevó sus manos a cada lado de ella.

—Aprecio que te preocupes por mi seguridad, pero esto es Nueva Orleans. ¿Cuándo hemos estado seguros, Hayley? —la híbrida lo miró fijamente. Jackson tenía un don de palabra que no podía negarle—. Hemos pasado a ser malditos, cazados, e incluso exiliados de la que alguna vez fue la Ciudad Creciente. Tú y yo —hizo un ademán señalándolos a ambos—; esta boda puede cambiar todo eso. Digamos nuestros secretos —acunó sus manos con familiaridad—, y seamos más fuertes que nunca. Pero si no quieres, entonces, volvemos al inicio.

Hayley lo miró por instantes que duraron una eternidad. Era probable que Jackson se estuviese cansado de tirar y aflojar con ella; de rogar por algo que quizás jamás nunca llegaría. Tenía que dejar de darle vueltas al asunto porque él no estaría por siempre; la oportunidad de algo mejor no estaría siempre.