xvi. My Soul is Yours

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capítulo xvi. mi alma es tuya

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Andrea estaba aterrada.

Sus pupilas estaban dilatadas, mientras su cuerpo temblaba bajo su agarre. La presión en cuello le estaba comenzando a pasar factura, el aire escaseaba al pasar los segundos. Su respiración se ralentizó.

—Ayana... —musitó con dificultad. La expresión que le daba su guardiana le aterró aún más—. Sé qué estás ahí. En algún lugar. Vuelve.

Su petición no fue atendida. Como respuesta, obtuvo una mayor presión en la zona donde su mano se encontraba con su cuello.

La mañana transcurrió con completa normalidad hasta que llegó el momento en que las trajo a ambas en esa posición. Fue de pronto e inesperado, Andrea se acercó para preguntarle sobre un asunto y en respuesta obtuvo a una Ayana perdida en alguna memoria; o en alguna visión. No obstante, veintidós años con la bruja le servían como experiencia de que algo no pintaba bien.

Constantemente, Ayana tenía visiones y recuerdos. Éstas llegaban de improvisto y convertían a Ayana en una persona silenciosa en un estado catatónico. Lo que pasaba sobre ella, no era un estado catatónico ni tampoco silencioso. Expresaba elocuencias en otro idioma que Andrea no lograba comprender.

Asimismo como su tono de voz, expresiones y acento, sus pupilas desaparecieron por completo. Dejando la esclerótica esparcirse sobre el ojo y opacar sus orbes oscuros.

Ayana está poseída.

Andrea no empleaba ninguna maniobra física porque no quería lastimar a la bruja, pero cuando su vista se comenzó a nublar, posicionó —con dificultad— su mano sobre la muñeca. Ejerciendo presión al mismo tiempo que ella lo hacía. Claramente, Andrea tomó el control de la situación y con dolor dobló su mano de tal forma que el contacto se rompiese.

—Lo que sea que eres —trataba de tomar aire. Sus palabras no iban dirigidas a la confidente de su guardiana pero sí al ser que se encontraba dentro del cuerpo de la mujer—. Lo que sea que quieras. Deja el cuerpo de Ayana ahora mismo —su tono arisco le dio como respuesta un gruñido de parte del ente—. O juro por Dios que...

No logró poder completar la oración, pávida de tener que cumplir con su amenaza después. Tampoco podía comprender cómo todo cambió tan rápido en cuestión de segundos.

—Oscura como el cielo en el cual yace la luna —bisbiseó en la lengua común—. He venido a tomar lo que es mío. La oscuridad cae como la sangre, las lágrimas y la gloria. La oscuridad está cerca.

Ayana desapareció. Un inusual viento le hizo temblar de escalofríos y una vez que logró componerse, fue en busca de su celular. A llamar a la única persona que podía esclarecer la situación.

The Queen ━━ Elijah Mikaelson [1]Where stories live. Discover now