If you have ghosts

Capitulo 3

"Cuando los ángeles se convierten en demonios"

El timbre de mi teléfono sonó, desperté de golpe, mire que ya era de día, mire mi móvil, solo era la alarma para ir al colegio, me levante rápidamente a bañar, comencé a moverme rápido, me maquille en el baño y cepille mi cabello mientras sacaba prendas que recién había comprado, me relaje un poco, al estar vestida tome mi mochila y móvil para bajar tranquilamente, creo que mi record de velocidad había mejorado así que tendría tiempo para desayunar, mi madre ya estaba lista al igual que mi padre, ambos tomaban café y pan, me senté a la mesa, la dama de llaves me sirvió mi desayuno y salude.

— Buen día familia. — comí mi desayuno y bebía del delicioso jugo que había preparado la señora Johanna.

— Buen día cariño.

— Buenos días cariño. — mis padres me saludaron de igual modo sin interrumpir su desayuno.

Mire la puerta de cristal del jardín, la alberca ya estaba llena, el cielo resplandecía, estaba ansiosa por irme ya al colegio.

Al terminar me levante y mi papá conmigo se preparó para irse, se despidió de mamá y yo por mi parte igual, me indico mi padre que subiera al auto y que esperara ahí, acate su orden, me quede en el abrazando mi bolso, al entrar mi padre lo mire, no esperaba más, él se puso en marcha y nuestro destino seria mi colegio.

Miraba la ventana, estábamos en una zona muy tranquila, mire a lo lejos el estacionamiento lleno de chicos y chicas caminar, habíamos llegado, no estaba tan lejos de la residencia, me despedí de mi papá para bajar rápido, me detuvo al momento que abrí la puerta, lo mire rápido para decirle que debía irme.

— Cariño, no comas ansias, toma. — me dio algo de dinero y sonreí.

Le di otro beso en la mejilla para bajarme, guarde los billetes y monedas en mi bolso. Estaba nerviosa, miraba a todos caminar por ahí, mire mi hoja de inscripción, no podía perder tiempo porque no quería llegar tarde, me dirigí a la oficina del director ya que él me recibiría como a cada nuevo en ese colegio. Al llegar su secretaria me dijo que tocara la puerta, toque y al escuchar la indicación entre cerrando tras de mi la puerta.

— Buen día Señor, soy Maddie Brooks, soy nueva y no se un cual es mi aula. — extendí mi mano a él para saludarlo.

— Señorita Maddie, si si la llevare a su aula, bienvenida espero se sienta bien en nuestro colegio, cualquier queja no dude en acudir conmigo. — estrecho mi mano con la suya regordeta, tenía pinta de alcalde más que de director, levante las cejas sonriendo.

Después de eso se puso en pie y sonó la campana, espero unos minutos a que la mayoría se fuera a sus aulas, rodeo el escritorio y se aproximó a la puerta.

— Por aquí Señorita Brooks. — se acomodó el saco y abrió la puerta para ir a la salida de lo que era la zona de la oficina, tanto de el cómo de la secretaria.

Lo seguí, salimos al pasillo semi vacío, caminamos a las escaleras para subir, en el primer pasillo a la derecha fue uno de los salones que estaban al fondo, toco la puerta y se asomó, me quede detrás de su enorme cuerpo sin poder ver nada, solo se escuchó un silencio.

— Buen día profesor, quiero integrar a esta alumna en este grupo. ¿Puede pasar? —me tomo del hombro y me hizo pasar al aula por delante de él, me quede atónita al sentir todas las miradas de la clase, mire al profesor, delgado alto y son una sonrisa temblorosa, lentes de fondo de botella y una coleta con el poco pelo que le quedaba.

— Claro, pasa, bienvenida apenas comenzábamos, tome asiento. — extendió su mano a donde estaban las bancas.

Sonreí de lado, apreté los labios, camine entre las bancas, parecía todo en cámara lenta, me miraban, otros no, otros murmuraban entre sí, me senté rápido en la penúltima banca, el director se fue y el profesor siguió con la explicación, voltee atrás para ver quien estaba, para mi sorpresa en la tercera fila hasta atrás estaba él, él... si él, el chico de la tienda de CD s , abrí mis ojos mucho y me gire rápido a mi banca, saque mis cosas y respire suave, voltee de reojo para asegurarme que no estuviera alucinando, era él, definitivamente era él.