Regresan de su jornada de trabajo, aquellos hombres corpulentos, vuelven con la mirada baja, bañados en sudor y agotados. Sus manos llenas de astillas y edemas, tras ellos arrastrando enormes cedros lidios, la mejor madera para los poderosos navíos fenicios. Majestuosas embarcaciones veloces y resistentes, los piratas y enemigos poco poder tienen ante estas bestias del mar que derriban naves en un solo estoque.
Astarte la esposa de Asdrubal mira preocupada a los hombres de la madera. - No es suficiente...- sus pupilas se contrajeron mientras le invadía el pánico. -¡No es suficiente ! - exclamó dirigiéndose a los leñadores, ante la desesperación tomando ella misma un hacha y partiendo al bosque aun cuando el sol ya se ocultaba detrás de los montes.