CAPITULO 11

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EN LA ACTUALIDAD

NARRADOR OMNISCIENTE

-¡Tienen que decirme algo, maldita sea!

-Calmate, Lonny.

-¡No puedo! Lleva horas ahí metida desde que llegamos y aun no me han dicho nada, Kenny. ¿Y si no...

Su hermana lo calló antes de que terminara la frase para abrazarlo.

-Todo va a estar bien. Confía en ello... -El chico rompió a llorar en cuanto su hermana terminó de hablar.

Lonny había llevado a Sidney al hospital en cuanto vió que ésta no reaccionaba por nada del mundo.

-¿Familiares de la señorita Sidney Barrie?

Todos se acercaron a él, incluidos la señora Sally, que rezaba por su hija de corazón cerca de una ventana.

-¡¿Cómo está Sid y el bebé?!

El doctor, que esta vez no era David, les dijo algo que a todos les heló la sangre.

-El papá de los bebés debe elegir a quien salvar. A los bebés o a la madre.

A Lonny eso fue como un balde de agua fría en un día de invierno. ¿Elegir entre ella o los bebés? ¿Bebés en plural? ¿No se suponía que era uno? Se preguntaba mientras que más lágrimas caían por sus mejillas.

Él no era capaz de decidir eso. Amaba a Sidney más que a su propia vida como para dejarla morir, pero también se encontraba ese bebé con la sangre de ambos... que bebé, los bebés.

-Salve a los tres. -Dijo mirando fijamente a aquel doctor sin creerse aun lo que estaba viviendo.

-Haremos todo lo posible, joven. -Le respondió de vuelta antes de volver a entrar al pasillo donde estaba la sala de urgencias.

Lonny no aguantó más y terminó cayendo al suelo de rodillas sin dejar de llorar.

-¿Por qué nos tiene que pasar esto? Todo estaba bien... ¡Todo estaba bien! Lo mataré, voy a matarlo.

-¡Lonny, para! -Gritó Kenny desesperada ante tal comportamiento por parte de su hermano menor. -Ya verás que el doctor los salvará.

-Si alguno llega a... -Ni se atrevió a acabar la frase a causa del miedo. -Juro que voy a ir a su casa y lo mató con mis propias manos. Es un desgraciado. Debí meterlo en la cárcel cuando tuve oportunidad. Esto es... Es mi culpa...

-Claro que no.

-¡Si, lo es! ¡Es mi culpa, es mi culpa! -Comenzó a gritar mientras se daba fuertes golpes en la cabeza con las manos.

Kenny al no saber que hacer, mandó a Sally para que buscara a su marido. Cuando éste apareció, David traía consigo un calmante que no tardó en inyectar en el cuerpo de su cuñado.

-Lo siento, Lonny, pero es por tú bien. -Entre él y una enfermera, lograron sentarlo en los bancos de espera.

El chico comenzó a cerrar los ojos sintiendo el cansancio y la pesadez en ellos hasta quedarse completamente dormido.

●●●


-¿Lonny...? Cariño, necesito que despiertes. Es la única manera que tengo de despedirme de ti.

Lonny comenzó a abrir los ojos lentamente. ¿Cuánto tiempo habría pasado desde que se había quedado dormido? ¿Minutos? ¿Horas?
Después de adaptarse a la luz, se dió cuenta que seguía en aquella sala de espera donde ahora se encontraba solo. ¿Dónde se habían metido los demás?

-Amor... -Se dió cuenta de que esa era la dulce voz de Sidney y se puso de pie rápidamente para descubrirla cerca de las puertas que conducían a las salas de emergencia.

-¡Sidney! ¡¿Cómo estás?! ¡Estás viva! -Corrió hacia ella para abrazarla, pero se descubrió abrazando al aire. -¿Sid...?

-No estoy aquí para quedarme, Lonny. Sólo vine a despedirme...

-¿Q-qué...? -Casi se cae al suelo tras escuchar eso. ¿Qué estaba ahí para despedirse? Y lo más importante, ¿por qué no podía tocarla?

-Escúchame, Lon. Quiero agradecerte todo lo que has hecho por mi todos estos años. Sin ti, estoy segura de que ahora mismo estaría viviendo en la calle o en un prostíbulo para poder alimentarme. Tú me sacaste de ese infierno y estaré agradecida toda mi vida por ello. Me enseñaste a amar y a sentirme amada. Y ahora me arrepiento de no haberte dicho todos los días que te amo más que a ninguna otra persona.

Abrió la boca para decir algo pero nada salió de ella dejando así, que la chica terminara su bonita despedida.

-Ahora quiero que conviertas ese amor que sientes por mi, en amor para nuestros hijos, porque sí, son dos. -A Sidney se le dibujó una enorme sonrisa en la cara al acordarse de ellos. -No logré verlos por mucho tiempo, pero oí como decían que el primero era un niño y el segundo una niña. Espero que crezcan sanos y fuerte como su papá.

La joven posó su mano sobre la mejilla del chico y ambos escucharon como alguien, a lo lejos, decía que la estaban perdiendo.

-¡No!

-Si, Lon. Lo siento mucho. Cuidalos bien y encuentra a alguien que los haga felices, a ellos y a ti. -Se quitó el bonito anillo de compromiso para dejarlo en la mano del chico. -Te amo, Lonny.

-¡No! ¡No te vayas, Sid! ¡Yo también te amo! ¡Sidney! ¡Sidney!

La chica se esfumó delante de sus ojos con una sonrisa de gratitud y pronto Lonny sintió como su cuerpo se zarandeaba hacia todos lados sin él poder controlarlo.

-¡Despierta, Lonny! ¡Despierta!

-¡¿Sid?! -Gritó abriendo los ojos y respirando fuertemente como si le hubiera faltado el aire por momentos.

-Tienes que calmarte, Lon. No parabas de gritar su nombre en sueños.

¿En sueños? Todo lo que había vivido hacia tan sólo unos segundos, ¿había sido un sueño?

Entonces se dió cuenta, abrió su mano y en ella se encontraba el anillo que le había regalado a su novia por su aniversario.

Lo que había vivido, no fue para nada un sueño.

~FIN~

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