EPÍLOGO

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CINCO AÑOS DESPUÉS

NARRADOR OMNISCIENTE

-Ese no es mi problema, Estefan. Solucionalo... No, no, eso son excusas...

-¡Papi!

-Pero escúchame, Lonny...

-Tengo que dejarte, Estefan. Mi hijo me necesita. -Lonny colgó oyendo los quejidos de su socio al otro lado de la línea. -¿Qué pasa, pequeño?

-¡No se ponerme esto! -Gritó el niño señalando la corbata que tenia al rededor del cuello.

-¿Pero para que quieres la corbata, campeón? Eso sólo es para momentos especiales.

-¿Cómo cuándo vamos a ver a mamá? -Preguntó el niño de cinco años de edad y Lonny se agachó junto a él sonriendole tristón.

-Cómo cuándo vamos a ver a mamá. -Afirmó antes de escuchar los pasos de su princesa acercandose a ellos.
-¡Yo ya estoy lista!

-¡Jo, no vale! Yo quería terminar primero. ¡Eres una tramposa, Sidney!

-¡Yo no soy ninguna tramposa! -Le respondió su hermana de vuelta hinchando sus mofletes.

-Bueno, no peleen por algo así. -Dice Lonny quitandole la corbata a su hijo el mayor para desabrocharle unos cuantos botones de la camisa que llevaba puesta. -Vé a colocar esto en su sitio.

El niño asintió antes de salir corriendo hacia su cuarto mientras que la niña le pedía a su padre que la peinara.

-¿Qué quieres que te haga?

-Mmm... No sé. ¿Mamá como solía llevar el pelo?

-Suelto... -Lonny le cepillaba el pelo a su hija mientras no dejaba de pensar en que era la viva imagen de Sidney, es más, por eso había decidido llamarla igual.

-¡Entonces lo quiero suelto!
Gritó antes de que Joe apareciera en la sala de nuevo.

-¿Ya están preparados?

-¡Si! -Respondieron ambos a la vez.

-Genial, vamonos entonces.
Lonny hizo que los niños se dieran la mano para coger las bolsas de los regalos y salir de la casa.

Hoy era el cumpleaños de su sobrina Lory, seis años cumplía ya la pequeña revoltosa.

Lonny aparcó frente al edificio de su hermana y después de ayudar a sus hijos a bajar del coche, los tres subieron a la casa para felicitar a la niña en cuanto les abrió la puerta.

-¡Gracias!

En verdad la fiesta era pequeña, solo estaban ellos, la señora Sally y algunas amiguitas del cole de la cumpleañera.

-Y... ¿Cómo está? Me gustaría ir a verla un día de esto.

-Vé. Ella te lo agradecería mucho. -David asintió antes de levantarse y anunciar de que era la hora de la tarta.

Le cantaron el cumpleaños feliz a Lory, y luego le entregaron todos los regalos, que no eran pocos...

-Me voy ya, Kenny. Vendré a buscarlos cuando salga...

-No, señor. Déjalos aquí hasta mañana, Lon. No merece la pena que luego se vayan a casa medios dormidos.

-Está bien. Te quiero. -Le dió un corto abrazo para oír un "y yo a ti" antes de dirigirse a sus dos amores. -Joe, Sid.

-¿Qué pasa, papi?

-¿Te vas?

-Si, pero esta noche dormirán aquí.

-¿Por qué?

-Queremos ir contigo.

-No... no pueden, cariño. Sólo puedo ir yo. -Se inclinó para dejar un beso en la cabeza de Sidney y otro en la de Joe. -Los quiero mucho.

-Y nosotros a ti. -Respondieron ambos haciéndolo sonreír.

Lonny terminó despidiéndose de todos en la casa y salió rápidamente para dirigirse hacia su floristería preferida.

-¿Rosas azules?

-Rosas azules. -Afirmó sonriendole cómplice a la dependienta. Casi que se habían hecho amigos de todas las veces que el joven, ya convertido en un hombre de treinta y dos años, iba a esa floristería.

●●●

Lonny tocó tres veces la puerta de la habitación 103 antes de abrirla sin permiso.

-¡Lon!

-Hola, princesa. -Le sonrió de oreja a oreja antes de acercarse a ella y besarla dulcemente. -Toma.

-¿Son para mi?

-Siempre son para ti, amor. -La chica le sonrió eternamente agradecida antes de rodearlo con sus brazos para besarlo.

-¿Cómo has estado?

-Bien. Tengo una sorpresa. -La joven de veintiséis años lo arrastró con ella a la cama que había en medio de la habitación para sentarse. -Mañana me dan el alta.

-¿Qué?

-¡Si! ¡¿No es genial?! Al fin podré ir a vivir contigo y los niños.

Lonny la miraba sin creer lo que oía. ¿Mañana le daban el alta? Eso significaba, como bien le había dicho ella, ¡que por fin podía ir a vivir con ellos!

-¿No estás feliz?

-¿Qué? ¡Por supuesto que si! Tú, los niños y yo... No sabes cuanto tiempo llevo esperando esto, cariño.

-Cinco años...

-Cinco años. -Repitió Lonny con mal sabor de boca. -Seremos felices.

-Cómo me prometiste. -La chica volvió a rodearlo por el cuello para darle un gran y dulce beso en los labios. -Te amo, Lonny.

El chico sonrió al oír eso. Nunca se cansaba de los te amos de su enamorada. Por eso, antes de que se desnudaran mutuamente para hacer el amor, él pronunció:

-Yo también te amo, Sidney.

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