El hombre del sur

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El hombre del sur

Un hombre estaba enfermo mentalmente, era un ludópata. Ludópata es aquel que no puede dejar de jugar, que apuesta lo que sea para ganar, que tiene una obsesión con el juego de azar. Pero este hombre ya estaba derrotado, ya no le quedaba nada.

Una noche fue al bar del casino. Pidió un trago y se sentó a beber. Tenía la espalda muy arqueada, como la típica pose de un vencido. Pero mientras bebe, él ve que en una mesa está una hermosa rubia con un vestido rojo, con el cabello corto que le llegaba a los hombros.

Frente a la mujer había una mesera de mal porte que le reclamaba seguidamente porque, según oyó el hombre, le estaba ocupando la mesa. Era una disputa estúpida porque casi todas las otras mesas estaban desocupadas.

El hombre va a la mesa, y con la misma brusquedad con que la mesera está discutiendo, él interviene.

-Ahora yo me voy a sentar –dijo el hombre-, quiero la cena de hoy. Yo pago, y pido que la chica se quede conmigo. Si tienes algún problema, llama al gerente.

La mesera, sin saber qué responder, anotó lo que el hombre le pidió y se fue a buscar la orden.

La chica estaba maravillada, pero sin decir palabra alguna, saca un cigarrillo. En ese momento, el hombre saca un encendedor de color dorado y le enciende el cigarrillo a la chica.

Los dos se ponen a hablar sobre ellos y el chico dice que ese encendedor era un regalo de su padre, que nunca le fallaba.

Largo rato después, ellos siguen hablando, pero de la nada, o al menos sin que se den cuenta, aparece un señor mayor, vestido completamente de blanco. Cuando comienza a hablar, se le pudo notar un acento sureño. Era un hombre del sur.

-¿Me puedo sentar?

Los chicos se miran las caras, extrañados.

-Disculpen mi atrevimiento, yo soy un señor mayor, muy educado, muy adinerado. Tengo pozos petroleros y demás propiedades. –esperó un momento y prosiguió-. Tenía rato oyendo la conversación entre ustedes dos y me llamó la atención que le dijiste a la chica que tu encendedor nunca te fallaba.

El caballero le responde:

-Bueno, un comentario coqueto. Nada serio.

El hombre del sur le sonríe.

-¿Te gustan las apuestas?

-Sí –responde el caballero-. Me encantan.

El hombre del sur dice:

-Vamos abajo, quiero mostrarles algo.

En ese momento, el hombre del sur nota que un señor cuarentón los ve fijamente. Parecía un lobo de Las Vegas.

-Tú también –señala al cuarentón-. Tú también vendrás.

Los cuatro van al estacionamiento del casino. El hombre del sur tenía un Porshe negro que localizaron rápidamente. Y aun así, en un estacionamiento lleno de carros lujosos (Lamborghinis, Mercedes Benz, Ferraris) aquel Porshe negro parecía resaltar por sobre los demás.

El hombre del sur saca las llaves de su carro y las agita con la mano.

-¿Te quieres subir?

Terror NocturnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora