Eran dos amigas muy diferentes que habían decidido cursar la misma carrera universitaria en la misma ciudad.
Una era muy estudiosa y serena, mientras la otra era todo lo contrario; desatendía sus estudios y le gustaba andar de fiesta en fiesta. Además de que tenía un olfato muy definido, cosa que la enorgullecía.
Faltando poco para terminar el primer semestre de su carrera, los demás compañeros organizaron una fiesta para celebrar. Dijeron que habían alquilado una discoteca con todas las comodidades.
Esto lo supo la desatendida, al igual que la estudiosa.
-Vamos –dijo la fiestera-, será divertido.
La aplicada negó con la cabeza.
-No vale –dijo-, no tengo ganas de ir. Pero si quieres, como la fiesta es el viernes, quizá haya cambiado de opinión y entonces sí te acompaño.
La descuidada aceptó. Pero justamente el jueves, en las clases, mandaron un trabajo para el día siguiente. Y obviamente, la estudiosa quería hacer su trabajo.
La noche de la fiesta, la estudiosa estaba comenzando a hacer su tarea, mientras la descuidada, como se esperaba, ya estaba lista para salir. Le insistió a su amiga, pero ésta no aceptó y quiso quedarse.
De todos modos, la fiestera se fue a la discoteca y la estaba pasando de maravilla. Pero a pocos minutos para las dos de la mañana, la muchacha siente que su teléfono tiene una llamada; era su amiga. Pero ella no iba a salir de donde estaba para contestar una llamada, y menos de su amiga, con quien estaba molesta porque no la había acompañado.
Luego de que terminó la fiesta, la chica se va al apartamento, un poco tomada, pero no del todo; todavía puede razonar.
Cuando llega al apartamento que compartía con su amiga, abre la puerta del cuarto con cuidado para no despertarla. Estaba encandilada, pero sintió que había cosas tiradas en el piso. Además que percibió un extraño olor, olor que, aparte de no ser común, lo detestaba. Y ella no iba a ponerse a acomodar las cosas porque ya estaba muy cansada, además que no quería encender la luz para no despertar a su compañera.
La descuidada dijo unas palabras y se acostó en la cama individual que estaba al lado de la de su amiga con la vista hacia la pared. Después habría tiempo para regañar a su amiga por el desorden que había hecho; se durmió casi al instante.
Al otro día, cuando la desatendida despertó, comprendió todo lo que había pasado, mientras soltaba un grito de terror y desesperación.
Su amiga había sido violada y decapitada. La cama estaba cubierta de sangre.
En la pared había un mensaje.
En él decía:
Debiste contestar el teléfono.
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Terror Nocturno
УжасыHistorias de terror cortas. Algunas encontradas por internet, otras reales. Otras por inspiración propia del autor.