Malos pensamientos

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Ésta es una historia verdadera.

Teniendo en cuenta la preocupación que yo sentía hacia ella, se podía deducir que la amaba.

De repente, en el lapso de una semana, había desarrollado un tipo de paranoia que me preocupó demasiado, casi al punto de la locura. Cada vez pensaba que sería asesinado mientras caminaba por la calle. A pesar de que nunca me habían gustado las cosas referentes a la muerte (urnas, y pasar frente a las funerarias, por ejemplo), tuve que enfrentar esas situaciones varias veces, lamentablemente, debido a varias personas cercanas a mí. Y, más lamentablemente, en menos de un mes.

El último recuerdo que tengo de esos episodios, fue que estaba caminando por la calle, y de repente, recibo una llamada de mi ex mejor amiga, cosa que me pareció extraño, ya que ella no me quería ver y no me había hablado hasta entonces.

Contesté.

-Dígame.

Ella estaba agitada.

-Tienes que venir a la clínica lo más rápido que puedas, ella está mal y quiere hablar contigo.

Antes de que pudiera responder, ella había colgado.

Desconcertado, pero preocupado y con miedo, fui a la clínica, como ella me había indicado.

Llegué a la recepción y mencioné su nombre.

-Adelante, lo estaban esperando.

Fui hasta la puerta de la habitación, toqué la puerta, esperé un momento, la abrí y pasé.

Dentro, estaban sus padres y varios amigos a los que yo también conocía, incluida mi ex mejor amiga, quien le tenía tomada la mano.

Todos me dieron paso, ellas se soltaron y me puse a su lado. Me arrodillé y tomé su mano. Sé que ella estaba asustada.

-¿Tú me quieres? –Preguntó.

La sangre se me heló.

-Sí, tú sabes que te quiero.

Luego de un corto silencio, preguntó:

-¿Tú me amas?

Suspiré.

-Sí, tú sabes que te amo.

Esperó un momento.

-Bésame.

Le obedecí, la besé en la frente, en los cachetes, y luego, en los labios. Noté que estaba fría y pálida. Además, todavía la tenía tomada de la mano.

Todos los demás estaban llorando a mis espaldas.

-Te amo –le dije.

-Yo te amo más –me respondió débilmente.

Luego de eso, exhaló su último suspiro, y su vida se apagó.

Lloré, me acosté a su lado, no quería dejarla ir. Pero llegó el momento en que todos nos tuvimos que salir y dejar que los médicos la prepararan para llevársela.


Pensaba que habían pasado varios días, y pasé por la funeraria, percibiendo el mismo escalofrío que siempre sentía.

Pero las puertas estaban entreabiertas. Algo me dijo que pasara.

Pasé y cerré las puertas.

Sin dar un paso, a mi derecha, y cubierta por las puertas, estaba mi ex mejor amiga. Se levantó de su silla y me abrazó.

-Anda, despídete –me dijo, yo esperaba no encontrar nada ni a nadie-, tenemos que irnos.

Fui hacia la parte trasera de la funeraria, iba revisando cada rincón en busca de algo.

Vi hacia la primera capilla... estaba vacía.

Avancé hacia la segunda... pasó lo mismo, vacía.

Luego me dirigí hacia la parte trasera, donde había una amplia sala, y con terror, vi una urna en el rincón izquierdo, en la parte final de la funeraria.

Me acerqué lentamente, las manos me temblaban. Cuando me acerqué al vidrio transparente que estaba detrás de la parte superior de la urna, deseé nunca haber nacido.

Ahí estaba ella, sin color en su rostro, sin la más mínima felicidad con la que siempre había vivido. Estaba mirándome, como diciéndome «No me dijes ir».

Ya sin poder soportar más mis emociones, me tiré en el piso, al lado de la urna, a su lado, y me puse a llorar desconsoladamente, sentía un dolor insoportable en mi pecho. Le pedí a Dios que esto no estuviera pasando, comencé a dar golpes y patadas en el piso.


Y desperté, temblando y sudando. Eran las cuatro y dieciocho de la madrugada. En la vida real, ella estaba viva, sana y salva.

Sé que desde ese momento, la amé más que nunca, no permitiría que le pasara nada malo.

Me relajé y le di gracias a Dios de que nada de eso hubiera pasado en realidad... que solamente haya sido una horrible pesadilla. Pero al fin, era eso... una pesadilla.

Terror NocturnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora