Dulce

16 0 0
                                    


La niña caminaba torpemente hacia el cuarto de su madre, quien dormía sola... eran cerca de las tres de la madrugada.

Esta niña no habla bien, como todo niño de su edad. No sabe leer, no sabe escribir, ni nada de eso. Tiene apenas poco menos de dos años de edad.

Abre lentamente la puerta del cuarto de su madre -su padre las había dejado-, se acerca a ella, con el tierno aspecto de un espanto, ya que las mangas de su pijama eran muy largas, y su pantalón rodaba tras sus pies.

Llevaba su osito en el brazo, pegado a la cara.

-Mami, el conejito de pascua se está comiendo mi Dulce.

La madre, quien estaba muy cansada del trabajo, la ignora, da media vuelta y vuelve a dormir.

La niña seguía llamándola, parecía muy preocupada.

La madre, quien hizo acopio de su paciencia, le dijo muy clara, lenta y fríamente a la niña:

-Vete a dormir.

La niña obedece, lentamente sale del cuarto de su madre y deja la puerta ajustada.

Va caminando lentamente por el pasillo y, al llegar a las escaleras, se detiene.

Dirige la mirada hacia el piso de abajo y ve lo que la había aterrado antes.

Allá abajo está un hombre disfrazado de conejo. Cuando éste nota la presencia de la pequeña, levanta la mirada y se quita la capucha blanca que contenía las orejas en la parte superior.

Muestra su cara ensangrentada, sus asquerosos dientes cubiertos de sangre.

-Sí, vete a dormir, no deberías estar acá –le dice a la niña.

La pequeña obedece, y se va, sin poder reprimir el llanto que obviamente sentiría.

No era para menos.

Tirada en el suelo, siendo devorada por el hombre, estaba su perrita.

A distancia, en un charco de sangre, estaba tirado el collar del animal.

Un collar que en cuya placa aparecía un solo nombre.

Dulce.La niña caminaba torpemente hacia el cuarto de su madre, quien dormía sola... eran cerca de las tres de la madrugada.

Esta niña no habla bien, como todo niño de su edad. No sabe leer, no sabe escribir, ni nada de eso. Tiene apenas poco menos de dos años de edad.

Abre lentamente la puerta del cuarto de su madre -su padre las había dejado-, se acerca a ella, con el tierno aspecto de un espanto, ya que las mangas de su pijama eran muy largas, y su pantalón rodaba tras sus pies.

Llevaba su osito en el brazo, pegado a la cara.

-Mami, el conejito de pascua se está comiendo mi Dulce.

La madre, quien estaba muy cansada del trabajo, la ignora, da media vuelta y vuelve a dormir.

La niña seguía llamándola, parecía muy preocupada.

La madre, quien hizo acopio de su paciencia, le dijo muy clara, lenta y fríamente a la niña:

-Vete a dormir.

La niña obedece, lentamente sale del cuarto de su madre y deja la puerta ajustada.

Va caminando lentamente por el pasillo y, al llegar a las escaleras, se detiene.

Dirige la mirada hacia el piso de abajo y ve lo que la había aterrado antes.

Allá abajo está un hombre disfrazado de conejo. Cuando éste nota la presencia de la pequeña, levanta la mirada y se quita la capucha blanca que contenía las orejas en la parte superior.

Muestra su cara ensangrentada, sus asquerosos dientes cubiertos de sangre.

-Sí, vete a dormir, no deberías estar acá –le dice a la niña.

La pequeña obedece, y se va, sin poder reprimir el llanto que obviamente sentiría.

No era para menos.

Tirada en el suelo, siendo devorada por el hombre, estaba su perrita.

A distancia, en un charco de sangre, estaba tirado el collar del animal.

Un collar que en cuya placa aparecía un solo nombre.

Dulce.

Terror NocturnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora