Jimin volvió la mirada desde la puerta abierta de la calle al piso de arriba donde acababa de oír nuevamente el grito de la humana, tenía que reconocer que aquella chica tenía un buen par de pulmones, pero si seguía mucho tiempo con esos gritos, antes o después se quedaría ronca. ¿Una Jiyoon calladita? La idea empezaba a antojársele bastante atractiva.
Volvió la mirada de nuevo a los pies de la puerta y gruñó, la nieve se había amontonado en el camino y sobre las escaleras. ¿Cómo podía nevar tanto en una sola noche? Sin pensárselo mucho, empezó a derribar la nieve a patadas antes de salir al exterior y enterrar algo más que la suela del zapato mientras bajaba lentamente peldaño tras peldaño.
El aire frío arrancó vapor de su respiración, su cuerpo se estremeció en respuesta a la baja temperatura y sin pararse a pensarlo compensó aquella cadencia vistiendo automáticamente una cazadora y una bufanda. A medida que andaba la nieve se iba haciendo más gruesa bajo sus pies, más sólida y menos polvorienta, la chica había dejado su coche a unos pocos pasos de la entrada, en un trozo del terreno que recordaba estaba asfaltado si bien, ahora todo lo que veía del vehículo eran parte de las ruedas y una delgada capa de nieve cubriendo el capó y el techo. Jimin se volvió entonces hacia la casa, la noche anterior apenas había reparado en ella a la luz de las dos únicas farolas del camino y el foco situado encima de la propia puerta, ahora podía ver perfectamente la casa de dos plantas, una especie de cabaña diminuta ubicada en ninguna parte a juzgar por el yermo terreno a su alrededor. Posiblemente aquello habría servido al propósito de los antiguos propietarios de la casa, cuando eras mestizo era difícil saber donde encajar exactamente y no acababas de sentirte a gusto en ningún lugar con lo que tendías a la soledad.
La planta baja como ya sabía contaba con una ventana frontal, la puerta principal y un par de ventanas laterales que daban al salón y la cocina respectivamente, solo había otra ventanuco en el otro lado de la casa, que pertenecía al baño. La planta superior no era mucho más grande, recortándose de forma desigual sobre la primera planta, parecía haber sido un añadido posterior a la construcción original y como ya sabía solo contaba con las dos habitaciones con una ventana para cada una de ellas.
Realmente, un lugar diminuto para vivir y él estaba obligado a quedarse en él hasta que la nieve se derritiera, suspirando alzó la mirada hacia el cielo y exclamó en voz alta.
—¡Voy a ganar esta jodida apuesta aunque sea lo último que haga en mi jodida vida, Byul!
Dando un puntapié a la nieve esparcida por el suelo delante de él siguió con su exploración, dándose el lujo de disfrutar de los espacios abiertos, realmente se había sentido encerrado en aquella pequeña caja de cerillas.
—¿Jimin? —Oyó su nombre pronunciado con aquella cadencia que parecía solo poder imprimir ella en su voz—. ¿Jimin?
Jimin giró hacia la casa justo a tiempo de ver a la pequeña humana asomarse a la puerta vestida con unos tejanos viejos, unas botas de piel hasta debajo de la rodilla y un suéter blanco bajo una chaqueta no mucho más agradable que la que había vestido la tarde anterior. En esta ocasión llevaba el pelo atado en una coleta y una bufanda alrededor del cuello. Jiyoon sonrió al verlo e incluso lo saludó con la mano antes de volver a desaparecer en el interior para volver a salir a los pocos minutos con unos guantes y una pequeña pala y escoba exterior. Para ser honestos, Jimin esperaba verla caer de bruces en la nieve nada más dar un paso fuera del umbral de la puerta, después todos los desastres que parecían perseguir a la chica, no le sorprendería verla nuevamente en el suelo.
Jiyoon patinó de hecho sobre el segundo escalón pero logró mantener el equilibrio gracias a la pala y a la escoba que llevaba en ambas manos, él pudo oírla dejar escapar un suspiro de alivio mientras recorría lentamente la distancia que lo separaba de él.
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Cuando la nieve se derrita ➳ Jimin [Terminada]
FanfictionJimin estaba conforme con su papel de profesor en la Academia "Ángeles Caídos", su vida era buena, su sueldo más que suficiente y los alumnos lo respetaban. ¿Qué más podría pedir un Ángel Caído? No haber aceptado la apuesta que lo obliga a a viaja...