Jiyoon se desperezó lentamente saliendo de un agradable sueño en el que había perdido diez kilos y caminaba del brazo de un elegantísimo hombre alto de cabellos rojizos, desgraciadamente no había llegado a verle el rostro pero algo en su interior sabía perfectamente quien era. Al abrir los ojos se dio cuenta que se había quedado dormida encima de la cama y todavía con la ropa de ayer, lo que no conseguía recordar era como había llegado a esta, sabía que tenía la costumbre de quedarse dormida en cualquier sitio y el despertar sin saber cómo había llegado allí se había hecho algo normal, incluso llegó a pensar si sería sonámbula pero nunca había podido asegurarlo ya que había estado siempre sola en la casa. Quizás ahora que estaba Jimin podría preguntarle si la había visto u oído caminar de noche por la casa.
Jimin. Él no había vuelto para cenar, recordó entonces y antes de que pudiera darse cuenta de lo que hacía, ya estaba saltando de la cama y corriendo hacia la puerta para abrirla y encontrarse la de la otra habitación abierta y la cama hecha, así como ruidos procedentes de la planta de abajo.
Jiyoon se deslizó entonces hacia el pasillo y bajó por las escaleras, solo para encontrarse a Jimin sentado ante el mostrador de la cocina, disfrutando de una humeante taza de café mientras veía un programa de animación en la televisión.
—Estás aquí —se oyó decir a sí misma con un aliviado suspiro.
Jimin la miró de arriba abajo y arqueó una ceja.
—¿Dónde esperabas que estuviera? —Le respondió señalándole la ventana con un gesto de la barbilla—. Ha dejado de nevar, pero hace un frío de mil demonios ahí fuera.
Ella siguió su mirada y frunció el ceño al recordar que hoy era la cena de beneficencia.
—Puedo prescindir de abrir la biblioteca, realmente no creo que haya nadie que vaya —aceptó ella, su mente ya empezaba a funcionar sola a aquellas horas de la mañana—. Pero no podemos faltar a la cena, necesitan voluntarios.
—Habla por ti misma, Jiyoon —respondió él llevándose la taza a los labios—. Yo no me presto voluntario a nada... —entonces sonrió como si hubiese recordado algo interesante—. Bueno, para algunas cosas puede que sí.
Jiyoon no llegó a prestar atención a la última parte de su discurso, él la había llamado por su nombre, no humana, o tonta o cualquier apelativo despreciable, la había llamado por su nombre.
—¿Qué? —Preguntó Jimin con recelo al ver la mirada sorprendida que pronto pasó de ser de pura dicha por el rostro de la chica.
Jiyoon negó con la cabeza y miró con encima del hombro del hombre hacia la parte de atrás donde la cafetera estaba encendida.
—Hiciste café —murmuró sorprendida.
Jimin puso los ojos en blanco.
—No hay que ser un genio para encender una cafetera, hasta un Caído puede hacerlo —le respondió como si le hubiese dicho una tontería.
—Ya veo —respondió ella guardándose una sonrisa—. Voy a darme una ducha y cambiarme de ropa, creo que me he quedado dormida tal cual estaba, imagínatelo, ni siquiera recuerdo como acabé en mi cama, claro que eso es normal en mí.
Jimin no dijo nada, para él era incluso mejor que pensara que ella era misma la que había llegado hasta allí.
—Por cierto —recordó Jiyoon a punto de perderse en el baño—. Cuando no vayas a venir a cenar, avísame antes de largarte por la puerta, la comida sabe mejor caliente que fría.
No le dio tiempo a contestar pues se metió en el baño y cerró la puerta tras ella. Jimin levantó la mirada de la pantalla de la televisión y la dirigió más allá de la cocina, para escuchar casi de inmediato el sonido del agua y una colorida maldición. Suspiró, aquella muchacha nunca cambiaría.
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Cuando la nieve se derrita ➳ Jimin [Terminada]
FanficJimin estaba conforme con su papel de profesor en la Academia "Ángeles Caídos", su vida era buena, su sueldo más que suficiente y los alumnos lo respetaban. ¿Qué más podría pedir un Ángel Caído? No haber aceptado la apuesta que lo obliga a a viaja...