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Jiyoon se quedó mirando al hombre que estaba sentado sin camiseta en la silla de su escritorio, su espalda era absolutamente lisa y un poco bronceada y no había rastro alguno de las enormes alas negras que había exhibido hacía menos de una hora cuando lo había apuñalado pensando que se trataba de un asesino o un ladrón.

—¿Sería mucho pedir que acabases de una vez? —Le dijo él, dedicándole una de sus cortantes miradas—. Por más que mires mi espalda, no van a crecerme alas.

Ella lo miró y frunció el ceño.

—¿Haces chistes a costa de ti mismo? —respondió ella terminando de cubrir la herida que ella misma le había hecho con unas gasas y un poco de esparadrapo.

Jimin dejó que sus labios se extendieran lentamente en una parodia de sonrisa.

—Si los encontrara graciosos, quizás lo hiciera —le respondió observando como ella aseguraba la gasa, para finalmente apartar sus dedos y comprobar él mismo que el trabajo estaba a su gusto antes de levantarse y coger su camiseta destrozada y manchada de sangre de encima de la mesa. Al verla hizo una mueca—. Esto va a ser un problema.

Jiyoon guardó las cosas de regreso en el botiquín y se miró nuevamente en el pequeño espejo de mano para cerciorarse de que no quedaba rastro de la sangre que le había bañado la cara y que ahora se pegaba reseca en su chaqueta de lana.

—Gracias por... esto —murmuró señalando su nariz.

Jimin la miró con desinterés.

—¿Siempre eres tan torpe como para tropezar con tus propios pies?

Ella se tensó, ese hombre podía ser un ángel, pero también era un auténtico idiota.

—Solo cuando un hombre que finge ser el hermano de mi amiga, entra en la biblioteca e intenta asustarme de muerte —respondió ella con la misma ironía antes de jadear quedándose sin aire y volverse blanca y buscar como loca el reloj de pulsera que había tenido que quitarse por encima de la mesa—. ¡Oh, dios! ¡Jimin! EunByul va a matarme, tenía que haber recogido a su hermano hace media hora.

Él resopló y extendió una mano haciendo que la puerta se cerrara de golpe cuando la vio salir disparada hacia ella. Jiyoon frenó en seco y se volvió hacia él con cara de pocos amigos.

—¡Ey! No puedes hacer eso.

—¿Apostamos? —Le respondió y tiró la camiseta ensangrentada a la papelera para luego apoyar la cadera contra el escritorio y cruzarse de brazos—. No tengas tanta prisa, algo me dice que acabarías perdiendo el tiempo.

Jiyoon negó con la cabeza.

—El hermano de mi amiga, con el que te confundí, llegaba en el autobús de hace media hora.
Jimin desechó su protesta y la miró.

—Esa amiga tuya, EunByul —dijo, imprimiendo en el nombre una gran carga de ironía—. ¿La conoces en persona?

Ella lo miró de reojo, escudriñándole con la mirada.

—¿Qué importancia puede tener eso para ti?

Jimin alzó las manos al cielo y resopló.

—Diablos, ¿Tan difícil es que respondas directamente a una pregunta?

Jiyoon se cruzó de brazos y se mantuvo en el lugar, sus llenos labios rosados apretados en un enfurruñado mohín.

—Mira humana...

—Snow.

—¿Qué tiene que ver la nieve con esto? —respondió él sin entender.

Ella puso los ojos en blanco.

Cuando la nieve se derrita ➳ Jimin  [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora